Capítulo 54

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Dejo caer mis lágrimas, doy salir del grupo, nada hago ahí, eso es lo que todos piensan de mi.

Joanne y Michael los únicos que se han quedado, siempre tuvo que haber sido así, he estado con ellos desde el kinder garden luego llegaron los demás.

Coloco el celular en la mesita de noche, me acuesto de lado dándole la espalda a Santiago. Mis lágrimas siguen cayendo como cascadas, los sollozos no tardan en aparecer.

-¿Sammie? -Pone su mano en mi hombro, pero me digno a no mirarlo pero él da la vuelta hasta quedar enfrente.

Ahora si soy su Sammie mientras hace unos minutos no me prestaba atención.

-Quiero que te vayas Santiago.

-¿Por qué? ¿Que pasa?

-¡VETE SANTIAGO, VETE! -Grito.

-Señorita Evans... -Luke entra a la habitación.

-Joven, la señorita no puede alterarse, les voy a pedir que abandonen ambos la habitación, ahora mismo.

Limpio mis lágrimas, no soporto que vean así y mas un extraño, apenas conozco a Luke. La enfermera me pone un tranquilizante.

Luke es el primero en salir, Santiago me da una última mirada antes de cruzar la puerta. Cubro mi rostro con mis piernas.

En esto se ha convertido mi vida, ahora estoy en boca de muchas personas, es muy angustiante, nunca me ha gustado ser el centro de atención.

Todo esto duele y mucho, no sólo es por las palabras que utilizaron los que se suponía que eran mis amigos. Yo nunca he visto por lo que tienen, siempre he sido igual, no he cambiado. Tampoco lloro porqué los inseparables ya no existen, eso no me importa me lo veía venir, me duele pero no es el caso, ellos tienen derecho de escoger con quienes quieren compartir una amistad, no los puedo obligar.

Lloro porqué me siento encerrada en una bola de cristal, donde ahora sólo estoy rodeada de personas que sólo quieren hacerme sentir mal, por un lado los paparazzi, algunas chicas de la universidad que ni siquiera las conozco.

Quiero que esto se acabe.

-Señorita por favor, recuéstese y trate de dormir. -Limpio mis lágrimas una vez más y me acuesto.

Mi celular comienza a sonar y la enfermera me da una mirada pero al final asiente.

Respiro profundo antes de contestar.

-¿Hola?

-¡Sam! ¿Estás bien? Venimos de tu casa, tu mamá nos contó lo que paso. -Hola Sam. -Se escucha la voz de Michael.

Mis chicos.

-Tranquilos estoy bien, ahorita no puedo hablar mucho, estoy con la enfermera.

-¿Has llorado? Leíste los mensajes ¿Cierto?

-Si, no pasa nada, chicos. Gracias por quedarse conmigo.

-Siempre Sam, esa rubia sabía que no podía cambiar tan fácil. El que malo nació, malo murió. -Rio.

-Olvidemos esto, ya no importa.

-Señorita por favor, cuelgue. Puede entrar el doctor y me regaña. -La miró y asiento.

-Ya escuché tranquila, mañana iremos. -Buenas noches Sam, te queremos. -Dicen en unisonido.

-Los quiero, buenas noches. -Cuelgo.

-Gracias señorita. -Le digo a la enfermera.

Me cubro con la manta y me duermo.










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