CAPÍTULO 34

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AITANA

Después de aquel aperitivo tan rico y agradable, tanto Luis como yo acabamos agotados. Habíamos pasado toda la mañana paseando por las calles de la ciudad, sin preocuparnos en ningún momento de quién pudiera vernos o juzgarnos. No nos importaba.

Decidimos ir a alguna playa cercana a la ciudad, y para ello contábamos con la ayuda de Internet y Don Google para obtener los datos que nos hicieran falta.

-Mira Águilas tiene bonitas playas. -dije.

- ¡Mira Mazarrón! Las calas son preciosas.

-Bah, Luis, vamos a Águilas. -le supliqué.

Llegamos a la estación de autobuses de San Andrés y pedimos al vendedor que nos proporcionara dos billetes a la mejor playa de la región, y que saliera en poco tiempo.

Sonreí cuando el chico nos dijo que tanto Águilas como Mazarrón saldrían en quince minutos. Me pareció irónico y cosa del destino que los dos lugares que nos habían llamado la atención fueran los que nos estuviera ofreciendo.

No importa dónde fuimos finalmente, lo cierto es que me quedo con el recuerdo de lo bien que lo pasé, lo que nos reímos, y lo que ambos disfrutamos siendo unos novios que juegan, se mojan y hacen peleas de aguas de mar.

Buscamos un hotel, no sin antes llamar Manu y al equipo para informar que nos quedaríamos una noche más en la playa y que sentíamos no haber avisado.

-Estás loco. Nos van a matar. -le dije.

-Aiti, apenas vamos a tener vacaciones. Me apetece disfrutar estos momentos de libertad contigo, y ahora que por fin somos libres no pienso desaprovecharlos.

En realidad, me daba algo de pena no compartir todos los momentos de la gira con mis compañeros. A Luis, mi pareja, siempre lo iba a tener, pero las carreras del resto nos llevarían por caminos muy distintos. Pero luego Luis me sonreía y decidía que el único camino que me interesaba en ese momento era del que se formaba en su rostro cuando sonreía.

Feliz. Felices por estar juntos.

Pero ahora, dos semanas después, nuestra realidad es otra. La felicidad que teníamos en ese momento se esfumó por completo cuando al día siguiente Luis recibió la llamada.

Él cogió el primer avión a Galicia que pudo, y yo esperé en el aeropuerto hasta que saliera uno a Barcelona. Claro que quería estar con él, pero tenía un par de compromisos que no podía rechazar, Luis tampoco me dejó hacerlo, y le tuve que prometer que nos veríamos lo más pronto que fuera posible.

Hoy, en este preciso momento, sujeto su mano mientras contengo las lágrimas que quieren mojar mi rostro. Tengo que ser fuerte por él. Porque él lo sería por mí. Aprieto un poco más fuerte cuando sé que se va a venir abajo, para que me mire y poder dedicarle una tímida sonrisa. No es lo que me apetece, ni lo mejor para estos casos, pero es la única forma silenciosa que se me ocurre ahora mismo.

Más tarde le daré otro abrazo de esos que pegan las piezas de un corazón roto.

-Y tus nietos, que te adoran y siempre te llevarán en su corazón. -dice el padre de Luis para terminar su discurso.

Cuando él baja del altar, es mi novio quien suelta mi mano, me dedica otra sonrisa, y copia los pasos de su padre, ocupando su lugar.

-Yo... Estas cosas nunca se me han dado bien. Hablar en público no es lo mío, y espero que me perdonéis. -no puede aguantar las lágrimas- Ella siempre me decía de pequeño que cómo pretendía llenar estadios si ni siquiera era capaz de hablar delante de sus amigos. Bueno, abuela, lleno estadios, pero aún se me da de pena hablar delante la gente. Pero no solo estoy hablando delante de tus amigos, los de toda la vida. Esas amistades envidiables que sueño con tener a tu edad. -busca entre los asistentes a nuestros amigos, y yo hago lo mismo-También hablo para la familia y, en su nombre, te digo que esta vez, las heridas serán difíciles de cerrar. Te quiero.

PROCURO OLVIDARTEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin