CAPÍTULO 54 -final-

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Noviembre 2019.

AITANA.

El silencio dijo sí.

Dijo que quería estar conmigo, y yo no respondí, pero hablé con el cuerpo sin necesidad de palabras. Así nos comunicábamos mejor.

Aquella noche de octubre noté cómo el corazón se me recomponía.

Pensaba que no pasaría, que sería complicado que todos esos trocitos desperdigados volvieran a unirse. Pero esa noche lo hicieron.

Y se unieron tan fuerte que siguen sin desquebrajarse a día de hoy.

-Luis, ¿me estás escuchando? -pregunto.

Voy sentada en el asiento del copiloto hablando con él, pero claramente no me está escuchando. Está tan absorto en sus pensamientos que no ha prestado atención.

-No, perdona, dime. -dice apartando momentáneamente los ojos de la carretera para centrarlos en mí.

-Te decía que no hace falta que me ayudes esta tarde con la mudanza. Mis padres se quedarán el fin de semana, así que ellos pueden ayudarme. Raoul también me ha dicho que se acercará con Sam, así que puedes quedarte toda la tarde en casa con Agoney.

Tras mi vuelta a España, Manuel Martos me aconsejó mudarme a Madrid, pues la mayor parte de los trabajos que tengo en adelante serán en la capital. La rapidez con la que he conseguido encontrar un ático perfecto nos ha sorprendido tanto a Luis como a mí.

- ¿Raoul no va a venir a mi casa?

-No sé, quizá se pasa más tarde.

Mientras la conversación avanza, Luis encuentra un hueco donde dejar el coche. Con suerte, será el último día en mucho tiempo que Butanito esté frente a un hospital.

Hoy le dan el alta a Agoney tras casi cuatro semanas ingresado.

Los médicos dicen que ha logrado una mejora impresionante en el poco tiempo que ha pasado.

Es cierto que despertó del coma inducido tras apenas dos o tres días después de haber sufrido el accidente, pero ver cómo sus sentidos y capacidades habían sufrido daños irremediables fue un duro golpe para todos.

Lo primero que pudimos comprobar, sin necesidad de conversar con los médicos fue la movilidad en la cara. Apenas podía mover la boca, y cuando al fin lo consiguió, comprendimos que tampoco le sería fácil recuperar el habla.

-Es cuestión de tiempo y paciencia. -dijeron los médicos.

-Pero ¿podrá volver a cantar? -los ojos vidriosos de Raoul hablaron con más fuerza que su voz. La preocupación en ellos se podía ver a kilómetros. Me pareció tierno que se preocupara por algo así. Mientras todos pensábamos en si Agoney se recuperaría en los aspectos más simples como conseguir dar un paso o articular palabra, Raoul sabía que cuando Agoney estuviera bien lo que de veras le preocuparía sería el hecho de no volver a cantar.

-Eso aún no podemos saberlo con seguridad. Lo que sí podemos decir es que si lo consigue será con mucho tratamiento, rehabilitación y tiempo.

Un halo de esperanza se vislumbró en su rostro.

-También le costará recuperar la movilidad de las piernas, deberá llevar silla de ruedas un tiempo y hacer mucha rehabilitación.

Teniendo en cuenta los consejos de los médicos, Roi y Luis idearon una rutina perfecta para que Agoney se recupere lo más pronto posible.

Al ver a mi amigo, sentado en la silla de ruedas que trajimos Luis y yo hace un par de días, sonrío. Sé que su situación es delicada, pero me alegra que por fin pueda ir a casa.

PROCURO OLVIDARTEWhere stories live. Discover now