CAPITULO 43

2.3K 104 40
                                    

CEPEDA.

Estos últimos meses han sido, sin duda, los que más he viajado en mi vida. Jamás me había subido a tantos aviones o trenes en la misma semana.

Y jamás he estado tan nervioso como hoy.

Operación Triunfo ha supuesto un cambio en tantos aspectos de mi vida, que quién me lo iba a decir hace un año y medio.

- ¿Vas a ayudarme?

Joder. Qué pregunta tan difícil. ¿Quiero ayudarle? ¿Quiero ayudar después de todo lo que ha pasado?

-Cepeda, joder.

-Lo siento, me he quedado pensando. -y vuelvo a pausar la conversación-No lo sé. Sinceramente, no sé si podré hacer lo que me has pedido. Además, me pillas ocupado...

-Solo te estoy diciendo que hables con él. A mí no me responde las llamadas.

Normal, pienso, pero me parece cruel decírselo. Su tono de súplica al pedirme que intermedie me hace tener una especie de filtro en la garganta que evita las palabras hirientes.

- ¿Has probado ir a verle?

-Me cerraría la puerta en las narices, joder. ¿Sabes lo orgulloso que es?

¿Cómo no lo iba a saber? Si llevo meses viviendo con él. Como también sé que cuando emprende esa actitud es porque tiene motivos para ello.

-Raoul, está dolido. Le pusiste los cuernos.

- Joder, pero ¡qué te ha contado! Eso no fue así, tío, te lo juro. La besé por el estúpido juego, y bueno, tal vez una o dos veces más esa noche. No lo recuerdo, tengo la noche algo borrosa y eso que sabes que no suelo beber. Me dio su móvil y lo apunté por no ser maleducado, ya está. ¡Ella ni siquiera tiene el mío! Ni le escribí.

No sé hasta qué punto la versión de mi amigo es verdadera, pero no tengo motivos para no creer que así fuera. Aunque Raoul sabe que hablar conmigo, y convencerme a mí, es un buen método para llegar a Agoney.

-Está bien, está bien. Te creo. Pero yo no estoy en casa, Raoul, y no sé cuándo volveré. Me he venido a casa, y Agoney ha ido a Adeje a pasar unos días en familia. Quizá deberías esperar a que pase la Navidad e ir un día a casa. Te prometo que, si Ago no abre la puerta, yo te abro, y si echa el pestillo a su habitación, yo te ayudo a echarla abajo.

-Vale, gracias. Pasa buenas fiestas en Galicia, Luis. Gracias de nuevo.

-Felices fiestas, Raoul.

Al colgar compruebo las notificaciones de mi móvil. Estoy esperando que llegue mi maleta mientras recibo un mensaje de Agoney en el que me pide que no responda a Raoul si me llama.

Estos dos deberían dejar de meterme en sus líos. O mejor, liarse ellos. Está claro que no pueden vivir el uno sin el otro, y a mi parecer, solo están haciendo el tonto.

El de Agoney no es el único mensaje que recibo, justo en el momento en el que mi maleta llega al lugar donde estoy.

No era consciente de las ganas que tenía de salir del aeropuerto hasta que pongo un pie en la calle.

Respiro el aire nuevo, desconocido para mí y pienso en la locura que estoy haciendo. ¿De verdad es una locura? No sé la respuesta, y ese es el motivo de mi valentía.

No he sido capaz de decirle a nadie dónde estoy. Si lo hacía, si decía que venía a probar suerte sin estar seguro de lo que pasaría... No he querido poner expectativas en nadie, porque eso haría que yo mismo las pusiera en mí.

PROCURO OLVIDARTETahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon