CAPITULO 51

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CEPEDA

Mi estómago se niega a comer. No es que no quiera, es que la simple idea de introducir un alimento en mi boca me repulsa y me revuelve todo. 

-¿Quieres la media manzana que me ha sobrado? 

-No, gracias, Aitana.

Mientras todos desayunaban, la mirada de Aitana ha estado clavada en mí todo el tiempo. Está preocupada, lo sé, y no solo por Agoney. Ese ceño fruncido cada vez que la encuentro mirándome no se va de su cara. Le preocupo yo, y me moriría de ternura si no fuera porque mi corazón se ha tornado oscuro desde que Roi me llamó para decirme el estado del canario. 

Raoul no ha abierto la boca en toda la mañana, y Roi no puede parar de hablar. Cada uno hemos adoptado un mecanismo de defensa para hacer frente a la situación que estamos viviendo. 

-Familiares de Agoney Hernández. 

Corriendo me levanto de la silla. Es la primera vez que el médico sale desde que hemos llegado y temo lo que nos pueda decir. El boom-boom de mi pecho no se tranquiliza cuando me doy cuenta de su cara seria. Me digo a mí mismo que los médicos no sonríen, pero es una tontería. Si hubiese una buena noticia que dar no tendría este semblante. 

Inspiro y espiro, intentando obviar todo lo que haya a mi alrededor para poder concentrarme únicamente en las palabras del hombre que sostiene un informe detallado sobre el estado de mi amigo. 

Roi pasa su mano alrededor de mi espalda, escondiendo su cara en mi hombro. No estamos preparados para escuchar esto. 

-Hemos tenido que inducirle el coma debido a la gravedad de las contusiones que presenta. Su cráneo ha sufrido numerosas fracturas por el impacto contra el cristal delantero del vehículo. 

- ¿Eso qué quiere decir? -Raoul abre la boca por primera vez.- ¿Va a ponerse bien?

-No podemos saberlo con seguridad. Tenemos que esperar a ver cómo va reaccionando a los medicamentos y cómo se presentan los estudios que le hagamos. 

-¿Podemos verle? -pregunto.

-Sí, podéis entrar de uno en uno. ¿Sois familiares?

-Somos sus compañeros de piso.-responde Roi-Su padre está de camino.

El médico da el visto bueno y todos están de acuerdo en que entre yo primero. Le pido a Raoul que entre él si así lo desea, pero niega rotundamente. No está preparado para verlo en ese estado, y seguramente yo tampoco. 

La habitación de la UCI es el lugar más frío y triste que he visto en mi vida. Abruma solo pisar el pasillo que lleva hasta el lugar donde está mi amigo. 

Mis ojos se cristalizan en el mismo momento en el que se encuentran a un Agoney postrado en una cama, rodeado de cables a su alrededor y con la cabeza vendada. Parece tranquilo, dormido. 

Ojalá solo fuera eso.

Un sentimiento extraño recorre mi cuerpo. Quiero acercarme a él y decirle que todo saldrá bien, que es fuerte. Una parte de mí quiere bromear, mientras que la otra siente una culpa que le aprisiona el pecho. Culpa por haber discutido el día anterior. Culpa por haberlo mandado a la mierda, y que eso sea lo último que le diga en mi vida. 

Borro ese último pensamiento de mi mente. 

No va a ser lo último que le diga, no, porque se va a levantar de ahí. Porque él puede con todo y más y porque me niego a pensar que puedo perderle. 

-Tío, la broma está muy bien, pero esto no va a hacer que no pagues el alquiler este mes, ¿eh?

Rabia. 

PROCURO OLVIDARTEWhere stories live. Discover now