CAPÍTULO 40

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AVISO:

Estoy en la playa, lo que significa que no tengo internet más allá de datos y la cobertura es una miiiii. Pero yo intentaré echar raticos desde el móvil igualmente.

Diciembre 2018: Buenos Aires, Argentina.

AITANA

-Sos re boluda, che.

-Que te digo que puedo.

- ¿Apostás?

-Que te digo que puedo.- repito- ¿Qué apostamos?

Estamos en una feria ubicada en el sur de la ciudad. Es una feria rodante, como Mauro la llamó. Van moviéndose por todo el país y nunca sabes dónde puede caer.

Mauro insiste en que no voy a ser capaz de marcarle tres goles al portero que no para de dar vueltas en una diminuta portería, pero yo le juro que sí. He jugado en mil ocasiones en Barcelona a esto y sé que soy capaz.

Bueno, fui capaz un par de veces, pero ya debería bastar.

-Un beso. -dice el joven rubio de ojos claros, y yo le sonrío. Me parece bien si gano.

- ¿Y si pierdo?

-Ya sabés lo que quiero que hagas, Tani.-dice suavemente, con ese apelativo cariñoso con el que comenzó a llamarme hace unas semanas, allá por el final de octubre cuando llegué a Buenos Aires.

No necesito más. Cuando Mauro me dice eso, sé al momento a lo que se refiere.
Y acepto.

Lanzo el primer balón, rezando porque la opción del beso sea la ganadora.

Cuando la pelota consigue despistar al portero giratorio, suspiro aliviada. Pero aún tengo tres tiradas más, de las cuales, al menos dos tienen que tener la misma suerte.

Vuelvo a intentarlo, pero esta vez, mi cabeza y lo que tengo que hacer si no gano esta tonta apuesta me juega una mala pasada.

Tengo dos intentos más, y si no meto ambas bolas, tendré que hacer lo que Mauro me ha pedido.

Una apuesta es una apuesta.

Joder, es que prefiero el beso de Mauro de cabeza.

Además, tampoco sería el primero.

Mierda, joder, es que no sé por qué he aceptado. Si gano no pasará nada, mi vida en Buenos Aires seguirá como hasta ahora, pero si pierdo...
Si pierdo los fantasmas del pasado volverán y no estoy preparada.

Antes de tirar la tercera pelota, mi tercer intento de librarme de la apuesta con Mauro, comienzo a recordar el día que me dijeron que lo tendría todo el día pegado a mí.

- ¡La mina de la hora!-exclamó al verme.

Recuerdo que en aquel momento no supe si me alegraba o no de que ese chico que había tenido a mi lado todo el viaje en avión iba a ser mi compañero de aventuras en América Latina.

- ¿Se conocen?

-Viajamos juntos. Mauro Bauer.-me tendió la mano, y respondí de la misma forma.

Entonces caí en un detalle.¿Bauer?

-Hijo, ella es Aitana Ocaña, nuestra próxima estrella.

Mi nuevo productor, y padre de Mauro, me comentó en qué consistía el trabajo de su hijo.

-Mauro es como dirían ustedes... Un captador. Captador de talentos y nuestro relaciones públicas.

Me sorprendió que no me conociera en el avión tras saber que era quien se encargaba de un trabajo así. Pensé que había dos opciones: o me había engañado y me había reconocido perfectamente o, tal vez la más probable, era un niño de papá al que colocan en la discográfica por enchufe y que no tiene ni idea de cómo hacer su trabajo.

PROCURO OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora