CAPÍTULO 50

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AITANA

-Luis, no deberías conducir. 

-Aitana, ¿te subes en el puto coche o me voy sin ti? 

Conduce rápido. Doy gracias a que sea la madrugada de un lunes y no haya tráfico. 

Roi no nos ha dado más datos. Agoney ha tenido un accidente y está grave en el hospital.

Aún no he podido reaccionar. Mi atención está totalmente destinada a que Cepeda no nos estampe en cualquier momento. 

Él está tenso, y parece centrado en la carretera, pero su nivel de nerviosismo me preocupa. También el que no haya derramado una sola lágrima. Tengo miedo de que se rompa de un momento a otro y no pueda conducir.

El trayecto que normalmente realizaríamos en 6 horas se ha reducido considerablemente. Ha ido rápido y en silencio. 

Oír durante horas el sonido de la velocidad ha podido conmigo, pero peor es estar frente al hospital donde sabes que uno de tus amigos podría estar muriendo en este momento. 

Comienzo a temblar. Hace frío, es tarde, o temprano según se mire, y lo único que ilumina la ciudad son las farolas y la luz potente del cartel del hospital. 

- ¿Puedes llamar a Roi?

Es la primera vez que me dirige la palabra desde que salimos de Terrassa. No le culpo, yo tampoco me encontraba con fuerzas para hablar. Si yo estoy así, no me quiero imaginar él. 

Agoney y Luis han forjado una de esas amistades inquebrantables a lo largo del tiempo. Viven juntos y se conocen y apoyan como nadie. Luis me lo dijo, pero no ha sido el único. Raoul me comentó sorprendido cómo habían avanzado en su relación. Junto a Roi, forman un trío digno de ver.

-Claro. 

Salgo del coche para marcar el número de mi amigo. Luis no lo hace. Se queda dentro, dándome la espalda.
Prefiero ignorar que no ha salido y hablar con Roi. Él necesita tiempo para prepararse a lo que sea que va a pasar, y no voy a quitarle estos segundos de soledad. 

-Roi, estamos ya en el hospital. ¿Qué planta es?

-Lo van a llevar a la UCI, Aiti. Estoy en la sala de espera, no me dejan pasar. Venid ya, por favor. -susurra.

-Ya vamos, Roi, tranquilo. Danos cinco minutos.

Limpio el rastro de lágrimas que se han acumulado en mis mejillas. Luis sale del coche y, cuando nuestros ojos se encuentran, descubro que él también ha estado llorando. 

- ¿Vamos?

*******************************

Roi y Luis se funden en un abrazo. Ninguno de los dos aguanta ya la rabia acumulada y a mí se me rompe el corazón de verlos así. Para mí es duro, joder duele muchísimo, pero para ellos Agoney es un hermano, y no me quiero imaginar lo que deben estar sintiendo. 

Ya ni siquiera controlo mi llanto. Ni me molesto en secar su rastro. Ellos tampoco. Los hombros de las camisetas de mis amigos están encharcados debido a la tristeza del otro. No importa. 

Nada importa más allá de saber cómo está Agoney y cuánto falta para que salga de ésta. Porque va a salir. 

-¿Qué ha pasado?-se atreve a preguntar Luis cuando se separa del otro gallego. 

Antes de responder, Roi se acerca a mí. Echaba de menos a este loco tras más de un año sin verlo. Qué puta mierda que sea en estas condiciones en las que me tenga que reencontrar con él.

-Diego...

-¿Qué ha pasado con Diego?

-¿Quién es Diego?

PROCURO OLVIDARTEOnde histórias criam vida. Descubra agora