One

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VACACIONES

Vacaciones. Largas vacaciones era lo que Annie estaba viviendo en ese momento.

No había podido contactar con Ron y Hermione y al parecer a Harry le sucedía lo mismo según su última carta.

Alex ya hablaba muchísimo lo que aveces irritaba a Annie, pues no se callaba.

El día del cumpleaños de Harry tenía pensado ir a visitarlo, pero sus padres tuvieron que salir ese día y Annie tuvo que cuidar de Alex.

Pero aún así, le preparó un pastel y algo de comida, aunque esta vez no había mencionado nada acerca de estar muriendo de hambre, pero es mejor prevenir.

Annie había crecido alguno que otro centímetro ese verano. Su cabello igual, aunque estaba en duda si cortárselo o no.

De igual manera, estaba un poco alerta en cuanto a situaciones extrañas que pudieran ocurrir. Con el regreso de Voldemort, se sentía más asustada y como decía el falso Moody, "alerta permanente".

No les había contado nada de eso a sus padres, pues no quería que se preocuparan o que no la dejaran ir a Hogwarts.

El teléfono de la sala de estar se escuchó. Annie gimió y se levantó del sofá en donde hacía zapping, sin nada más interesante qué hacer.

—¿Diga? —habló al descolgar el teléfono.

—Annie, cariño —la voz de su madre se escuchó— no podremos llegar hasta en la noche, los pendientes se alargaron y hay demasiado tráfico, ¿podrías ir al supermercado y hacer algo de comida para Alex? Sabes que no te lo pediría si no fuera de verdad necesario.

Annie suspiró.

—Si está bien, veré que puedo hacer de comida.

—Dejé dinero en la mesa de la entrada, no lo malgastes.

—Sí mamá, no te preocupes.

—Bien, estaremos ahí al anochecer, espero. Los queremos.

—También los quiero —y colgó.

—¡Enano! —exclamó Annie. Escuchó unos pasos desde las escaleras.

—¿Mande, Annie?

—¿Quieres ir al supermercado conmigo? Mamá y papá llegarán tarde.

—¡Sí! ¿Y podemos llegar al parque? ¿Sii? —hizo un puchero adorable. Annie rodó los ojos pero sonrió.

—Bien. Pero date prisa. —Alex corrió a su habitación a cambiarse y Annie decidió hacer lo mismo.

Una vez cambiada, encontró a Alex en el recibidor con su pelota de fútbol.

—Iremos al parque más tarde, es muy temprano todavía —le dijo Annie. El niño suspiró y dejó la pelota.

Annie tomó las llaves y el dinero. Guardó su varita en caso de alguna emergencia y salieron.

El supermercado no estaba muy lejos, eran alrededor de tres cuadras.

Annie tomó un carrito y se preguntó qué podría hacer de comida.

—¿Qué quieres comer, enano? —preguntó.

—¡Hamburguesas!

Bueno, al menos era algo fácil.

Fue a la sección de verduras. Tomó papas, lechuga, tomate y cebolla. Fue a la panadería y escogió unos bollos con pequeñas semillas de ajonjolí que a Annie le encantaban.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now