Fourty one

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POR ORDEN DEL MINISTERIO DE MAGIA

Dolores Jane Umbridge (Suma Inquisidora) sustituye a Albus Dumbledore como director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Esta orden se ajusta al Decreto de Enseñanza n.°28.

Firmado:

Cornelius Oswald Fudge

Ministro de la Magia

-Bien, me retracto. Esto sí puede empeorar -dijo Annie al ver el letrero. Los carteles habían aparecido en el colegio durante la noche, pero eso no explicaba cómo era posible que todo el mundo, sin exceptuar a nadie en el castillo, supiera que Dumbledore había burlado a dos Aurores, a la Suma Inquisidora, al ministro de la Magia y a su asistente júnior, y había escapado.

Fuera a donde fuese, Annie comprobaba que el único tema de conversación era la huida de Dumbledore, y pese a que algunos de los detalles se habían modificado al volverlos a contar (Annie oyó cómo una alumna de segundo le aseguraba a otra que Fudge estaba ingresado en el Hospital San Mungo con una calabaza por cabeza), resultaba sorprendente lo preciso que era el resto de la información que tenían. Todos sabían, por ejemplo, que Harry, Annie y Cho habían sido los únicos estudiantes que habían presenciado la escena en el despacho de Dumbledore, pero como Marietta estaba en la enfermería, Annie se vio asediada por sus compañeros, que le pedían un relato de primera mano.

-Dumbledore no tardará en volver -aseguró Ernie Macmillan con aplomo cuando regresaban de Herbología, tras escuchar atentamente la historia de Harry-. Cuando estábamos en segundo, no consiguieron alejarlo de aquí mucho tiempo, y esta vez tampoco lo conseguirán. El Fraile Gordo me ha dicho -adoptó un tono confidencial y bajó la voz, de modo que Harry, Ron y Hermione tuvieron que acercarse más a él para oírlo- que anoche la profesora Umbridge trató de entrar en el despacho del director después de buscar a Dumbledore por todos los rincones del castillo y los jardines. Pero la gárgola no se apartó de la puerta. El despacho se había cerrado para impedirle la entrada. -Ernie sonrió con suficiencia-. Por lo visto, le dio un berrinche de miedo.

-Seguro que le habría encantado sentarse en el despacho del director -dijo Hermione con rabia mientras subían la escalera de piedra hacia el vestíbulo-. No soporto la prepotencia con que trata a los demás profesores, la muy estúpida, engreída y arrogante...

-A ver, Granger, ¿cómo termina esa frase? -Draco Malfoy salió deslizándose por detrás de la puerta, seguido de Crabbe y Goyle. La malicia iluminaba su pálido y anguloso rostro-. Me temo que tendré que descontar unos cuantos puntos a Gryffindor y a Hufflepuff -sentenció arrastrando las palabras.

-Los prefectos no pueden quitarles puntos a sus colegas, Malfoy -saltó
Ernie de inmediato.

-Ya sé que los prefectos no pueden descontarse puntos unos a otros -dijo Malfoy desdeñosamente. Crabbe y Goyle rieron por lo bajo-. Pero los miembros de la Brigada Inquisitorial...

-¡¿La qué?! -exclamó Annie con aspereza.

-La Brigada Inquisitorial, Roberts -repitió Malfoy, y señaló una «B» y una «I» diminutas y plateadas que llevaba en la túnica, debajo de la insignia de prefecto-. Un selecto grupo de estudiantes que apoyan al Ministerio de la Magia, cuidadosamente seleccionados por la profesora Umbridge. Los miembros de la Brigada Inquisitorial tienen autoridad para descontar puntos. Así que para empezar, Granger, a ti te voy a quitar cinco por hacer comentarios groseros sobre nuestra nueva directora. Macmillan, cinco puntos menos por llevarme la contraria. Y a ti otros cinco porque me caes mal, Potter. Weasley, llevas la camisa fuera de los pantalones, tendré que quitarte cinco puntos por eso. Ah, sí, se me olvidaba, eres una sangre sucia, Granger: diez puntos menos.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now