Fourty seven

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PLAN FAILURES

Los habían descubierto a todos.

Pansy Parkinson la tenía fuertemente agarrada de los brazos, tanto que le hacía daño. Todos los demás estaban ahí siendo apresados por Slytherins, excepto Annissa, cosa que Annie agradecía.

-Quiero saber qué hacían en mi despacho -dijo la profesora Umbridge agitando el puño con que le sujetaba el pelo a Harry, de modo que éste se tambaleó.

-¡Quería... recuperar mi Saeta de Fuego! -repuso Harry con voz ronca.

-Mentira. -La profesora volvió a zarandearlo-. Tu Saeta de Fuego está custodiada en las mazmorras, como sabes muy bien, Potter. Tenías la cabeza dentro de mi chimenea. ¿Con quién te estabas comunicando?

-Con nadie -contestó Harry, e intentó soltarse, notando cómo varios cabellos se le desprendían del cuero cabelludo.

-¡Mentira! -gritó la profesora Umbridge. Le dio un empujón, y Harry chocó contra la mesa. Annie se intentó librerar sacudiéndose. Estaba demasiado enojada.

-Muy bien, Potter -comenzó-. Has colocado vigilantes alrededor de mi despacho y has enviado a esos payasos -señaló con la cabeza a Ron, Blaise y Theo y Malfoy rió
aún más fuerte- para que me dijeran que el poltergeist estaba provocando el caos en el departamento de Transformaciones cuando yo sabía perfectamente que estaba manchando de tinta las miras de todos los telescopios del colegio, porque el señor Filch acababa de informarme de ello. Es evidente que te interesaba mucho hablar con alguien. ¿Con quién? ¿Con Albus Dumbledore? ¿O con ese híbrido, Hagrid? No creo que se tratara de la profesora McGonagall porque tengo entendido que todavía está demasiado enferma para hablar con nadie.

-¡Es usted una mierda de persona! -gritó Annie sin poder contenerse. Llevaba meses queriendo decir aquello y no había podido resistirse.

Umbridge volteó furiosamente hacia ella y le propinó una cachetada. Hermione y Daphne ahogaron un grito. Blaise, Theo y Ron lucharon para poder liberarse nuevamente, sin éxito. Harry parecía rabioso.

-¡A ELLA NO LA TOCA! -gritó sumamente enfadado.

-¡NO SE ATREVA A GRITARME, POTTER!

Harry respiraba agitadamente, sintiendo odio hacia la persona que tenía enfrente. Acababa de ponerle una mano encima a la persona que más amaba, y eso nunca se lo iba a perdonar.

Annie sentía un ardor sumamente intenso en su mejilla, pero se obligó a no dejarse intimidar.

-Muy bien -continuó con su dulce voz, más falsa y más peligrosa que
nunca-. Muy bien, señor Potter... Le he ofrecido la posibilidad de contármelo voluntariamente y la ha rechazado. No tengo otra alternativa que obligarlo. Draco, ve a buscar al profesor Snape.

Malfoy se guardó la varita de Harry en el bolsillo de la túnica y salió del despacho con la sonrisa en los labios. Pasaron unos cuantos minutos, cuando la puerta se abrió nuevamente. Malfoy y el porfesor Snape quien se quedó quieto al ver lo que sucedía.

-¿Quería verme, directora? -preguntó éste, y miró a las parejas de forcejeantes alumnos con un gesto de absoluta indiferencia.

-¡Ah, profesor Snape! -exclamó la profesora Umbridge sonriendo de oreja a oreja y poniéndose de nuevo en pie-. Sí, necesito otra botella de Veritaserum. Cuanto antes, por favor.

-Le di la última botella que tenía para que interrogara a Potter -contestó Snape observándola con frialdad a través de sus grasientas cortinas de pelo negro-. No la gastaría toda, ¿verdad? Ya le indiqué que bastaba con tres gotas.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now