Thirty nine

17.4K 1.1K 1.4K
                                    

FIRENZE

-A Harry y a tí los he visto diferentes -comentó Hermione. Estaban en su habitación. Annie dibujaba un poco y Hermione leía.

-¿Diferentes? -preguntó Annie confundida.

-Sí.. -dijo Hermione pensativa- pero no en el mal sentido, si me entiendes. Es extraño.

Annie creía saber a qué se refería Hermione, y creyó que era momento de contarle.

-Uh.. Herms.

-¿Mmm?

-Yo bueno.. -murmuró sonrojándose. Hermione la miró con una ceja alzada y dejó su libro.

-¿Si?

-Mm.. pasó.. ya sabes.. -dijo moviendo las manos. Hermione seguía mirándola confundida- con Harry..

Pasaron alrededor de cinco segundos cuando Hermione abrió enormemente los ojos y saltó a la cama de Annie.

-¿Es lo que estoy pensando? -chilló. Annie asintió tímidamente.- ¿Cuándo ocurrió?

-El 25.

Hermione estaba soprendida y emocionada.

-Y.. bueno.. ¿cómo estuvo?

-Bien.. Harry fue muy lindo -dijo con una sonrisa boba.

Hermione sonreía.

-¿Se cuidaron, no?

Annie asintió- Si, no te preocupes.

-Con razón Harry tiene una sonrisa más idiota de lo normal.

La castaña rodó los ojos divertida.

(...)

-Supongo que ahora lamentarás haberte dado de baja de Adivinación, ¿verdad, Hermione? -comentó Parvati con una sonrisita de suficiencia. Era la hora del desayuno, dos días después del despido de la profesora Trelawney, y Parvati se estaba rizando las pestañas con la varita y examinaba el resultado en la parte de atrás de una cuchara. Aquella mañana iban a tener la primera clase con Firenze.

-Pues no, la verdad -contestó Hermione con indiferencia mientras leía El Profeta-. Nunca me han gustado los caballos.

Pasó la página del periódico y echó un vistazo a las columnas.

-¡No es un caballo, es un centauro! -exclamó Lavender, indignada.- Un centauro precioso, por cierto -añadió Parvati.- ¿No, Annie?

-Humm.. prefiero los chicos con ojos verdes y gafas -dijo con una sonrisa.

Después de desayunar, Hermione fue a su clase de Aritmancia, y Harry, Annie y Ron siguieron a Parvati y Lavender al vestíbulo, pues tenían clase de Adivinación.

-¿No hemos de subir a la torre norte? -preguntó Ron, desconcertado, al ver que Parvati no subía por la escalera de mármol. La chica lo miró desdeñosamente por encima del hombro.

-¿Cómo quieres que Firenze suba por esa escalerilla? Ahora las clases de Adivinación se imparten en el aula once. Ayer pusieron una nota en el tablón de anuncios.

El aula once estaba en la planta baja, en el pasillo que salía del vestíbulo, al otro lado del Gran Comedor. Al entrar al aula, Annie se llevó una agradable sorpresa.

El suelo del aula estaba cubierto de musgo y en él crecían árboles; las frondosas ramas se abrían en abanico hacia el techo y las ventanas, y la habitación estaba llena de sesgados haces de una débil luz verde salpicada de sombras. Los alumnos que ya habían llegado al aula estaban sentados en el suelo, apoyaban la espalda en los troncos de los árboles o en piedras, y se abrazaban las rodillas o tenían los brazos cruzados firmemente sobre el pecho. Todos parecían muy nerviosos. En medio del claro, donde no había árboles,
estaba Firenze.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now