Fourteen

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PREFECTS

El inicio de clases se estaba acercando con rapidez y a la vez con lentitud. Dependiendo de las actividades que se realizaran en el día, pasaba o más rápido, o demasiado lento.

El último día de vacaciones, Annie estaba en la cama de Harry mientras él limpiaba la jaula de Hedwig. En ese momento entró Ron con algunos sobres en la mano.

—Han llegado las listas de libros -anunció lanzándole una carta a Harry, que estaba subido a una silla—. Ya era hora, pensaba que se habían olvidado; normalmente llegan mucho antes...

Le dio su sobre a Annie quien procedió a abrirlo. Eran las dos notas habituales: el recordatorio del 1 de septiembre y la lista de libros.

—Sólo hay dos nuevos -comentó leyendo la lista—. Libro reglamentario de hechizos, 5° curso, de Miranda Goshawk, y Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard.

¡CRAC!

Fred y George se habían aparecido al lado de Harry que seguía arriba de la silla.

—Nos gustaría saber quién ha elegido el libro de Slinkhard —comentó Fred.

—Porque eso significa que Dumbledore ha encontrado un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —añadió George.

—Y ya era hora, por cierto —dijo Fred.

—¿Qué quieres decir? —le preguntó Harry saltando de la silla.

—Verás, hace unas semanas captamos con las orejas extensibles una conversación de papá y mamá —le explicó Fred—, y por lo que decían, a Dumbledore le estaba costando mucho trabajo encontrar a alguien que estuviera dispuesto a dar esa asignatura este año.

—Lo cual no es de extrañar, teniendo en cuenta lo que les ha pasado a los cuatro anteriores —apuntó George.

-Uno despedido, uno muerto, uno sin memoria y uno encerrado nueve meses en un baúl —contó Annie ayudándose con los dedos— que puesto tan adorable.

—¿Qué te pasa, Ron? —le preguntó Fred a su hermano. Ron no contestó, y Annie miró en su dirección.

Estaba de pie, muy quieto, con la boca un poco abierta, contemplando la carta que había recibido de Hogwarts.

—¿Qué pasa? -insistió Fred, y se colocó detrás de Ron para ver el trozo de pergamino por encima de su hombro. Fred también abrió la boca—. ¿Prefecto? —dijo, mirando la nota con incredulidad—. ¿Tú, prefecto?

George se abalanzó sobre su hermano menor, le arrancó el sobre que tenía en la otra mano y lo puso boca abajo. Cayó una insignia.

—No puede ser —murmuró éste en voz baja.

—Tiene que haber un error —aseguró Fred arrancándole la carta de la mano a Ron y poniéndola a contraluz, como si buscara una filigrana—. Nadie
en su sano juicio nombraría prefecto a Ron. —Los gemelos giraron la cabeza al unísono y se quedaron mirando a Harry—. ¡Estábamos seguros de que te
nombrarían a ti! —exclamó Fred con un tono que sugería que Harry los había engañado.

—¡Creíamos que Dumbledore se vería obligado a nombrarte a ti! —dijo George con indignación.

—¡Después de ganar el Torneo de los tres magos! —añadió Fred.

—Supongo que todo el jaleo lo ha perjudicado —le comentó George a su gemelo.

—Felicidades, Ron —dijo Annie con una sonrisa. La verdad es que a ella le hubiera gustado ser prefecta, desde que se enteró tuvo curiosidad e interés en ser uno, pero imaginaba a quién le habían dado la insignia.

Annie y la Orden del Fénix Où les histoires vivent. Découvrez maintenant