Four

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EXPELLED

Hubo un fuerte crujido, y un intenso olor a bebida mezclado con tabaco añejo llenó el aire cuando un hombre regordete sin afeitar, con un abrigo hecho andrajos se materializó delante de ellos. Tenía piernas cortas, estevado, extraño pelo largo color jengibre y los ojos inyectados en sangre y con unas bolsas que le daban a su mirada un aspecto de triste de sabueso hambriento.

—¿Figgy? —dijo mirando fijamente a la señora Figg, Harry y Dudley ¿Qué sucedió? ¿Porqué no permanecen dentro de sus casas?

—¿Que porque no estamos dentro? —gritó la señora Figg— ¡Dementores, tu, inútil y escurridizo ladrón!

—¿Dementores? —repitió Mundungus horrorizado— ¿Dementores aquí?

—Si, aquí, montón de excremento de murciélago, aqui! —chilló la señora Figg— Dementores que atacaron al muchacho en tu guardia.

—Estúpido —dijo el Mundungus débilmente mirando a la señora Figg, luego a Harry, y otra vez a la señora Figg— Estúpido, yo...

—Y usted comprando calderas robadas ¿no le dije que no fuera? ¿No ho hice?

—Yo, bueno, yo —Mundungus pareció profundamente incómodo. ¿Era una oportunidad de negocio muy buena?

La señora Figg levantó el brazo del cual colgaba su bolso, lo descolgó y golpeó a Mundungus en el cuello y en la cara.

—Ouch, basta, basta. Usted viejo murciélago loco, alguien debe decirle a Dumbledore sobre ellos.

—¡Si alguien debe! —gritaba la señora Figg haciendo golpear el bolso de la comida para gatos en cada pedacito de Mundungus que ella podía alcanzar.—¡Y quien mejor que tu para decirle porque no estabas ahí para ayudar!

—Mantente afuera —dijo Mundungus poniendo sus manos sobre su cabeza— ¡lo haré! ¡lo haré!

Y con otro crujido estrepitoso desapareció

—¡Espero que Dumbledore lo asesine! —dijo la señora Figg furiosa— Ahora vamos Harry, niña, ¿que están esperando?

—Los llevare a la puerta —dijo la señora Figg cuando dieron vuelta en Privet Drive.— En caso de que haya más de ellos alrededor... oh cielos, que catástrofe... y tuviste que luchar solo... y Dumbledore nos dijo que no deberías hacer magia a toda costa... Bueno, mejor no llorar sobre la poción derramada... Supongo... solamente que el gato estará ahora entre los duendes.

—¿Entonces, —Harry jadeó—  Dumbledore.... me tenía... vigilado?

—Por supuesto —dijo la señora Figg impaciente— ¿Contabas con que te dejaría vagar por aquí, después de lo que sucedió en Junio?, Santo Dios, muchacho, me dijeron que eras inteligente... a la derecha... entra y quédate allí —dijo mientras que alcanzaron el numero cuatro— Espero que alguien se ponga en contacto contigo bastante pronto.

—¿Que va a hacer usted? —pregunto Harry rápidamente.

—Iré directo a casa —dijo la señora Figg, mirando fijamente alrededor de la calle oscura y estremeciéndose— Necesito esperar mas instrucciones. Quédate en tu casa. Buenas noches.

—¡Aguarde, no se vaya todavía! quiero saber...

Pero la señora Figg ya se había alejado

—¡Espera! —grito Harry detrás de ella.

Annie gruñó.

—Annie, dejaré a Dudley y te acompañaré a casa —dijo Harry tratando de recuperar el aliento.— Guarda tu varita, ¿si?

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now