Fourty nine

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YOU CAN'T LEAVE ME

Annie comenzó a respirar entrecortadamente. La varita en su mano tembló, o era ella, o ambas.

Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón; Daphne soltó un grito de horror.

-Dame eso, Potter -repitió la voz de Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Estaban atrapados, y los doblaban en número-. Dame eso -dijo Malfoy una vez más.

-¿Dónde está Sirius? -preguntó Harry.

Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda de Harry, y sentenció con tono triunfante:

-¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!

-No, nunca -apostilló Malfoy con voz queda-. Y ahora, entrégame la profecía, Potter.

-¡Quiero saber dónde está Sirius!

-«¡Quiero saber dónde está Sirius!» -se burló la mujer que estaba a su izquierda. Annie se movió imperciptiblemente más cerca de Harry. Toda ella temblaba.

-El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad -dijo la mujer imitando la voz de un niño pequeño.

Annie sintió a Ron moverse a su lado.

-Ron.. aún no.. -musitó Annie.

-Todavía no Ron..

-¡Los escucharon! ¡Les dan órdenes a los niños como si pensaran atacarnos!

-¡Ah, tú no conoces a Potter y Roberts tan bien como yo, Bellatrix! -exclamó Malfoy
quedamente-. Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe y su noviecita le sigue el camino.. Y ahora dame la profecía, Potter.

-Sé que Sirius está aquí -insistió Harry pese a que el pánico le oprimía el pecho y le costaba respirar-. ¡Sé que lo han cogido!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la mujer fue la que rió más fuerte.

-Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter -dijo Malfoy-. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

-Adelante -lo retó Harry, y levantó su varita mágica hasta la altura del pecho. Annie automáticamente levantó la suya, tomándola con fuerza.

-Entrégame la profecía y nadie sufrirá ningún daño -aseguró Malfoy fríamente.

Ahora le tocaba reír a Harry.

-¡Sí, claro! -exclamó-. Yo le doy esta... profecía, ¿no? Y ustedes nos dejan irnos a casa, ¿verdad?

Tan pronto como Harry terminó la frase, la mortífaga chilló:

-¡Accio prof...!

-¡PROTEGO! -gritaron Annie y Harry.

-¡Vaya! ¡Los niños saben jugar! -exclamó como si la situación fuera la más divertida.- Me agrada tu noviecita, Potter.

Annie se obligó a seguir mirando, a pesar de que por dentro estaba gritando.

-Muy bien, pues entonces...

-¡TE HE DICHO QUE NO! -le gritó Lucius Malfoy a la mujer-. ¡Si la
rompes...!

La mujer dio un paso hacia delante, separándose de sus compañeros, y se quitó la máscara. Azkaban había dejado su huella en el rostro de Bellatrix Lestrange, demacrado y marchito como una calavera, aunque lo avivaba un resplandor fanático y febril.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now