Fifty

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IS.. DEAD?

Annie no sabía en donde se encontraba, o qué estaba pasando. Se sentía como si estuviese en la nada misma, y aquello la desesperaba.

Pasaron algunos minutos, hasta que creyó recuperar la consciencia, pero seguía sin saber en dónde estaba. Comenzó a sentir su cuerpo, aunque no sabía si aquello era peor o mejor. Sentía como si todo su cuerpo estuviera adormecido, sin poder moverse, lo cual era demasiado desesperante. También fue capaz de encontrar su respiración. Era tranquila, sin alteración. Un hormigueo comenzó a recorrerle lo que ella pensaba eran sus brazos, llegando hasta la punta de sus dedos.

Poco a poco parecía estar siendo consciente, hasta que sintió todas sus extremidades, pero no podía moverse. Intentó abrir los ojos, pero sus movimientos no coincidían con lo que ella quería que hicieran. Probó nuevamente durante otro buen tiempo, hasta que, con demasiado esfuerzo, y como si sus párpados pesasen cientos de kilos, pudo abrirlos.

Lo primero que le llegó fue una intensa luz, que la obligó a entrecerrar los ojos. Cuando se acostumbró a la intensidad, los abrió aun más. No podía distinguir formas claras, pero comprobó que su visión mejoraba mientras más pasara el tiempo.

No supo cuánto tiempo fue, que pudo ver más nítidamente. Observó el blanco techo, y lo que alcanazaba a observar de las paredes. Estaba en Hogwarts, aquello era seguro.

Tomaron otros veinte minutos cuando decidió voltear a ver otra cosa que no fuese el techo de lo que ella suponía era la enfermería. Con demasiada lentitud y un poco de dolor, se giró hacia su derecha. Primero observó la puerta de la enfermería, y algunas camillas siendo ocupadas, pero no podía distinguir quiénes eran. Cuando miró más hacia abajo, divisó una mata de cabellos azabache, lo que la llenó de una paz inexplicable.

Él estaba ahí, sosteniendo su mano que ella no sentía, con el rostro enterrado en el colchón. Al parecer estaba durmiendo.

Annie abrió lentamente la boca.

-Ha.. Ha..

Un sonido entrecortado salió. Tenía la boca pastosa y la garganta seca. Se relamió los labios e intentó nuevamente.

-Ha.. Harr.. Harry..

Aquello había salido mejor, definitivamente. El pelinegro se removió incómodamente en el asiento, y lentamente echó su cuerpo hacia atrás. Soltó un enorme bostezo y se giró, tronándose la espalda. Abrió los ojos y se giró hacia su novia. Enorme fue su sorpresa cuando observó sus hermosos ojos observándolo.

-¡ANNIE! -gritó sin poder contenerse. El sueño se había ido, y quería saber si no estaba alucinando- Amor, estás bien.. no estoy soñando..

Annie lo observó atentamente. Se veía prácticamente destruido. Unas bolsas negras se encontraban bajo sus ojos, los cuales estaban rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando por horas. Tenía algunos cortes en el rostro, y moretones.

-Mi vida.. estás bien.. -Harry sonó inmensamente aliviado. Había estado esperando a que ella despertara durante una semana, y no se había separado de ahí para nada.

Annie intentó una pequeña sonrisa.

-Ha.. rry..

El ojiverde pareció haber soltado un sollozo. Alargó una mano y tomó su mejilla.

-Iré por Madame Pomfrey.. ¿si? -se levantó dejando un beso en su frente y se perdió del campo de visión de Annie. La chica suspiró y miró al techo nuevamente.

No pasó demasiado tiempo cuando escuchó los típicos tacones de Madame Pomfrey acercándose rápidamente. No supo cuándo y ya la tenía encima revisándola de pies a cabeza.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now