Fourty

15.7K 1.1K 677
                                    


CAUGHT

Los TIMOS cada vez estaban más cerca, algo que los profesores
y Hermione seguían recordando a los alumnos. Todos los de quinto estaban más o menos estresados, pero Hannah Abbott fue la primera en recibir una pócima calmante de la señora Pomfrey, después de echarse a llorar durante la clase de Herbología y afirmar, entre sollozos, que era demasiado tonta para aprobar los exámenes y que quería marcharse cuanto antes del colegio.

Annie también había sufrido una pequeña crisis en la sala común mientras hacían un repaso de varias materias. Harry tardó en consolarla, hasta que finalmente se quedó dormida, pasando la noche en la habitación de los chicos.

Algo que alegraba mucho a Annie, eran las reuniones del ED. Le encantaba ver cómo todos progresaban y daban su máximo esfuerzo.

Por fin habían empezado a trabajar en los encantamientos Patronus, que todos estaban deseando practicar pese a que, como Harry insistía en recordarles, no era lo mismo lograr que un Patronus apareciera en medio de un aula intensamente iluminada y sin estar bajo ninguna amenaza, que conseguir que apareciera si se tenían que enfrentar a algo similar a un Dementor.

Annie contemplaba a su lechuza dar vueltas por toda la sala, con una sonrisa.

-¿Algo en especial que estés pensando?

-¿Qué crees que estoy pensando? -respondió sonriéndole a su novio.

-Hum.. No me molestaría si fuera en mi -respondió a modo de broma y besó su mejilla para ir en dirección a unos chicos.

-¡Lo conseguí! -el grito de Annissa atrajo toda la atención. Un bonito cachorro correteaba por la sala.

-Estoy orgulloso de ti -dijo Harry con una sonrisa y despeinando su cabello.

En ese momento la puerta de la Sala de los Menesteres se abrió y volvió a cerrarse. Harry se dio la vuelta para ver quién había entrado, pero no vio a nadie. Tardó un instante en darse cuenta de que los alumnos que estaban cerca de la puerta se habían quedado callados. Entonces algo le tiró de la túnica a la altura de las rodillas. Miró hacia abajo y se llevó una sorpresa al ver a Dobby, el elfo doméstico, que lo contemplaba desde debajo de los ocho gorros de lana que no se quitaba ni para dormir.

-¡Hola, Dobby! -exclamó Harry-. ¿Qué haces? ¿Qué pasa?

El elfo lo miraba con ojos desorbitados; estaba temblando de miedo. Los miembros del ED que estaban más cerca de Harry se habían quedado mudos y todos contemplaban a Dobby. Los pocos Patronus que los alumnos habían conseguido se disolvieron en una neblina plateada, y la habitación quedó mucho más oscura que antes.

-Harry Potter, señor... -chilló el elfo, que temblaba de pies a cabeza-. Harry Potter, señor... Dobby ha venido a avisarlo..., pero a los elfos domésticos.

-¿Qué pasa Dobby? -preguntó Annie preocupada.

Se lanzó de cabeza contra la pared. Harry, que conocía bien la costumbre de Dobby de autocastigarse, intentó sujetarlo, pero el elfo rebotó en la piedra, protegido por sus ocho gorros. Hermione y algunas chicas soltaron gritos de miedo y pena.

-¿Qué ha pasado, Dobby? -le preguntó Harry mientras lo agarraba por el delgado brazo y lo apartaba de cualquier cosa con la que pudiera intentar hacerse daño.

-Harry Potter, ella..., ella...

Dobby se golpeó fuertemente la nariz con el puño que tenía libre y Harry se lo sujetó también.

-¿Quién es «ella», Dobby?

-¿Umbridge? -preguntó Annie horrorizada.- ¿Nos.. nos descubrió?

Annie y la Orden del Fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora