Fourty three

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PATRONUS

-¿Aún lo harás? -preguntó Annie mientras observaba el pasillo a lo largo.

Harry asintió.

-De acuerdo, si alguien se acerca, te mandaré un patronus. -Annie lo besó y sacó su varita colocándose en posición para vigilar.

Harry se puso la capa invisible. Annie solo vio como la puerta abría y se cerraba.

A lo lejos se escuchaban los gritos y pirotecnia que los gemelos habían lanzado para crear la distracción. Annie se puso a pensar en lo que McGonagall le había dicho acerca de aquel trabajo en gringotts.

Una cosa que Annie tenía en claro, era que quería viajar por todo el mundo, y Gringotts se lo ofrecía, por lo que era un punto a favor.

A lo lejos se escuchaban pisadas acercándose rápidamente. Annie conjuró un Patronus rápidamente antes de que la persona doblara por el pasillo y lo viera. Abrió la boca al darse cuenta que su patronus había cambiado, sorprendiéndola.

Escuchó las pisadas más cerca por lo que se ocultó tras una armadura y observó. Era Filch.

Entró en el despacho, mientras murmuraba algo que Annie no llegaba a comprender.

Salió unos dos minutos después con un papel en la mano, haciendo a Annie suspirar del alivio.

Se recostó contra la pared abrumada por lo que recién había pasado. ¿Acaso era posible cambiar la forma de un patronus?

Escuchó la puerta del despacho cerrarse y Harry se quitó la capa invisible.

-Gracias por avisarme. Aunque, ¿fue tu patronus? ¿No es una lechuza?

-Expecto patronum.

Una linda cierva salió de la punta de su varita, galopando alrededor de ellos. Harry abrió la boca, sorprendido. Sacó su varita e hizo el mismo encantamiento.

El ciervo de Harry se acercó al patronus de Annie, y lamió su mejilla.

-Uh.. -dijo Annie sin saber qué decir.

-Tal vez tengamos que preguntarle a Hermione -musitó Harry. Annie asintió de acuerdo.

-¿Porqué no vamos a ver qué hicieron los gemelos? -sugirió Annie. Harry asintió y guardó la capa en su mochila, tomó la mano de Annie y se acercaron a donde estaba el enorme barullo.

La situación era muy parecida a la del día que despidieron a la profesora Trelawney. Los estudiantes estaban de pie formando un gran corro a lo largo de las paredes (Annie se fijó en que algunos estaban cubiertos de una sustancia que parecía jugo fétido); además de alumnos, también había profesores y fantasmas. Entre los curiosos destacaban los miembros de la Brigada Inquisitorial, que parecían muy satisfechos de sí mismos, y Peeves, que cabeceaba suspendido en el aire, desde donde contemplaba a Fred y George, que estaban sentados en el suelo en medio del vestíbulo. Era evidente que acababan de atraparlos.

-¡Muy bien! -gritó triunfante la profesora Umbridge, que sólo estaba unos cuantos escalones más abajo que Annie y contemplaba a sus presas desde
arriba-. ¿Les parece muy gracioso convertir un pasillo del colegio en un pantano?

-Pues sí, la verdad -contestó Fred, que miraba a la profesora sin dar
señal alguna de temor. Filch, que casi lloraba de felicidad, se abrió paso a empujones hasta la profesora Umbridge.

-Ya tengo el permiso, señora -anunció con voz ronca mientras agitaba el trozo de pergamino que Harry le había visto sacar de la mesa de la profesora Umbridge-. Tengo el permiso y tengo las fustas preparadas. Déjeme hacerlo ahora, por favor...

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now