Fifty One

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END OF THE FIFTH YEAR

Annie no podía creer aquello. Le preguntó a Harry miles de veces si aquello era una broma, se lo preguntó tanto que a las últimas veces, no pudo evitar comenzar a llorar.

Lloró sin poderse creer aquello, sólo fue la mirada de Harry que le entendió que todo aquello era la mera y dura realidad. No le importó que Harry la viese llorar, o que alguien pasara por la enfermería, ella sólo lloró sin poder controlarse.

Se aferró a Harry como si este fuese su salvavidas, esperando a que le dijera que aquello no era verdad, pero no lo hizo, sólo la aferró a él y lloró junto con ella. Ambos descargaban su tristeza siendo consolados por el otro, aunque estuviesen en el mismo estado. Para Harry, Remus había sido como un familiar para él, siendo la primera figura adulta que le quedaba como un ancla entre sus padres y él, asegurándole que sus padres lo habían amado.

Para Annie, aunque no hubiesen convivido mucho, comenzó a verlo como un padre, ayudándola a conocer una parte de ella que no creía existente, porque un padre, no es aquél que crea, si no el que cuida, ayuda, ama y protege, y eso Annie había sentido con Remus. Se había sentido confundida cuando salió a la luz la verdad, pero con el paso del tiempo comprendió que aunque hubiesen estado separados por años, aquel cariño era puro.

No supo cuánto tiempo estuvo llorando, su minutos u horas, sólo que estaba comenzando a sentirse cansada de llorar, no le quedaban fuerzas, su agarre en Harry se había ido debilitando, pero el chico seguía aferrado a ella. No quería perderla, no quería perder a nadie más.

Se había sentido tan asustado en el Departamento de Misterios, pensando que Annie lo había dejado. Había estado desesperado, había llorado, había gritado. No se había separado para nada de su lado. La amaba como a nadie, como imaginaba su padre había amado a su madre. La amaba desde que eran unos niños, y el sólo pensar en perderla, lo horrorizaba.

Cuando Annie por fin pudo dejar de sollozar, se separó lentamente del pelinegro, pero no por esto él dejó de abrazarla.

Ambos tenían los ojos rojos e hinchados a causa del llanto. Sus ojos mostraban el dolor interno que sentían en su corazón.

-¿Qué pasó con Sirius? -preguntó la chica en un susurro con nuevas lágrimas bajando por su rostro. Harry, con el corazón hecho trizas por ver a la persona que amaba en ese estado, con manos temblorosas acunó sus mejillas y limpió las lágrimas que habían descendido. Fue una suave caricia que a Annie le alivió un poco su corazón.

-Va a ser enjuiciado. Dumbledore ordenó un juicio. Usarán Veritaserum de ser necesario. Sirius lo pidió -respondió en un susurro.

Annie suspiró temblorosamente, aún hipando de vez en cuando.

-No me dejes.. -susurró comenzando a sentir sus ojos aguados de nuevo.

-Jamas te dejaré -respondió Harry abrazándola de nuevo, permitiéndole llorar.

(...)

Así pasaron los días. Annie se quedaba en la enfermería, mientras Harry se quedaba con ella y la ayudaba a cambiar sus vendas y con las pociones. Issa también pasaba mucho tiempo con ellos, pues tenía menos clases que sus demás amigos.

Todos habían ido a visitarla varias veces, aunque por separado, pues Madame Pomfrey se ponía histérica si recibía más de 3 visitas. Se había sentido deprimida durante mucho tiempo, pues estaba en la parte de aceptar la muerte de Remus, y a la vez preocupada por el juicio de Sirius. Lloraba por las noches, en silencio contra la almohada, sin poder evitarlo. Con el pasar de los días, comenzó a reflexionar, y creyó que a Remus no le gustaría verla así, por lo que intentó no volver a hacerlo. Falló muchas veces.

Annie y la Orden del Fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora