Twenty eight

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THE SONG


Al acercarse el día del primer partido de quidditch de la temporada, Gryffindor contra Slytherin, las reuniones del ED quedaron suspendidas porque Angelina se empeñó en hacer entrenamientos casi diarios. Dado que hacía mucho tiempo que no se celebraba la Copa de quidditch, el inminente encuentro había producido grandes expectativas y emoción. Como era lógico, los de Ravenclaw y los de Hufflepuff demostraban un vivo interés por el resultado del partido, pues ellos jugarían contra ambos equipos en el curso de aquel año. Los jefes de las casas de cada uno de los dos equipos enfrentados, pese a que intentaban disimularlo bajo un considerable alarde de espíritu deportivo, estaban ansiosos por ver ganar a los suyos.

El mes de octubre fue una sucesión ininterrumpida de días de viento huracanado y lluvia torrencial, y cuando llegó noviembre, hizo un frío glacial; el
gélido viento y las intensas heladas matinales herían las manos y las caras si no se protegían. El cielo y el techo del Gran Comedor adoptaron un tono gris claro y perlado; las montañas que rodeaban Hogwarts estaban coronadas de nieve, y la temperatura dentro del castillo descendió tanto que muchos estudiantes llevaban puestos sus gruesos guantes de piel de dragón cuando iban por los pasillos de una clase a otra. La mañana del partido amaneció fría y despejada.

Annie se vistió con su suéter para los partidos de Quidditch y bajó a desayunar junto a Hermione. Observó a los chicos ya sentados en la mesa. También se dio cuenta de las insignias de los Slytherin, y tenía un mal presentimiento.

—¿Todo bien, Ron? —preguntó Annie al observarlo, pues no se veía muy bien.

—Está un poco nervioso —puntualizó Harry.

—Eso es buena señal. Creo que en los exámenes nunca obtienes tan buenos resultados si no estás un poco nervioso —comentó Hermione con optimismo.

—¡Hola! —saludó entonces una vocecilla tenue y soñadora detrás de ellos. Luna Lovegood se había alejado de la mesa de Ravenclaw y había ido a la de Gryffindor. Mucha gente la miraba sin parar, y unos cuantos estudiantes reían sin disimulo y la señalaban con el dedo.

Luna había conseguido un gorro con forma de cabeza de león de tamaño natural y lo llevaba precariamente colocado en la cabeza.

—Yo estoy con Gryffindor —declaró la chica señalando su gorro pese a que no hacía ninguna falta—. Miren lo que hace... —Levantó una mano y le dio unos golpecitos con la varita. El gorro abrió la boca y soltó un rugido extraordinariamente realista que hizo que todos los que había cerca pegaran un brinco—. ¿Verdad que es genial? —preguntó Luna muy contenta—. Quería que tuviera en la boca una serpiente que representara a Slytherin, pero no hubo tiempo. En fin... ¡Buena suerte, Ronald!

—Amo a Luna —dijo Annie con una sonrisa.

—Cuando terminen de desayunar —les indicó Angelina—, pueden ir directamente al terreno de juego. Comprobaremos las condiciones del campo y nos cambiaremos.

—Iremos enseguida —le aseguró Harry—. Es que Ron todavía tiene que comer un poco.

Sin embargo, pasados diez minutos quedó claro que Ron no podía ingerir nada más.

Cuando Harry se levantó, Hermione se acercó a él para advertirle de las insignias. Annie tomó a Ron por el brazo acercándose a ellos.

—¡Buena suerte! —exclamó Hermione abrazando a ambos.

Annie abrazó a Ron, temiendo por él. Se separó y abrazó a Harry.

—Buena suerte —susurró con una sonrisa.

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now