7.- Última noche

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Madeleine Bailey

Había caído la noche y yo había llamado a Chloe, mi amiga, para que me recogiera en casa. Mis viejos padres ya estaban dormidos, por lo cual, escaparme, no sería un problema.

Abrí la puerta cuidadosamente para después cerrarla con llave y correr hacia el auto de Chloe que estaba aparcado a unos metros de mi casa. Al entrar al auto, ella me dio una mirada de desaprobación que, definitivamente, yo no necesitaba en ese momento.

Ya había tenido un gran debate mental en sí era lo correcto ir al bar o no esa noche, así que no necesitaba las miradas recriminatorias de Chloe.

—Espero que seas muy consciente de lo que estás haciendo —me dijo y comenzó a conducir su auto en dirección al bar, claramente molesta—. Sabes que cuando Owen quiere verte, él te llama o va directamente a tu casa. Él no te quiere ahí esta noche.

—Chloe, si tuviera auto, te aseguro de que no te habría pedido este favor —le di una mirada cansada—. Además, tú sabes que no puedo estar tranquila sabiendo que esa perra anda por ahí tratando de robarme lo que es mío.

—Owen no es tuyo, Mad, por Dios —se estaba comenzando a molestar más al igual que yo—. Vas a terminar con el corazón roto como todas esas chicas.

Volteé los ojos y no dije nada más.

Yo conocía los riesgos. Yo sabía que Owen no era un chico de relaciones y que solo me buscaba cuando quería tener sexo con alguien. No me molestaba, ya que yo lo disfrutaba y estaba de acuerdo con ello, pero todo se comenzó a complicar desde que me di cuenta que mis sentimientos por él iban creciendo cada vez más. Lo cual me parecía ridículo porque sabía que no debía sentirlo. Yo no iba a ser como esas chicas a las cuales él usaba y después las desechaba. Yo debía ser algo más para él, pero para eso, primero debía deshacerme de la estúpida de Venus. Esa chica que había llegado al pueblo hacía apenas unas semanas. No era un secreto para nadie que se le estaba metiendo a Owen por los ojos. Y sabía que ella era la razón por la cual Owen no me había buscado en los últimos días. Él seguía muy desconcertado desde el día de la carrera y alegaba que no quería hablar ni ver a nadie.

—Llegamos —mi amiga me sacó de mis pensamientos. Miré por la ventana y vi el estacionamiento del bar. Estaba tan lleno que me pareció prácticamente imposible que Chloe hubiera encontrado un lugar para aparcar.

—¿Me miro bien? —me miré por el espejo retrovisor del auto para asegurarme de que todo estuviera bien con mi maquillaje.

Esa noche me había esforzado demasiado para verme lo más sexy posible. Necesitaba a Owen y él necesitaba distraerse. Ambos nos beneficiaríamos.

—Sí. Te ves como una chica que busca sexo esta noche —ella comentó, divertida, y yo solté una risa.

—Gracias por traerme, Chloe.

—Oh, no —vi como apagaba el auto por completo y sacaba la llave—. ¿Acaso creíste que te dejaría sola?

—Chloe, sabes que a Owen no le gusta socializar demasiado. No tienes que entrar conmigo.

Ella se encogió de hombros— Entraré contigo, tú lo buscarás, veremos si se limita a tratarte bien y si todo está en orden, me iré. Lo prometo.

No lo decía muy seguido ya que no era una persona muy cariñosa y también tenía mi orgullo, pero Chloe era la mejor amiga que jamás pude haber tenido. Esa pequeña castaña siempre había estado conmigo en los momentos más difíciles y dolorosos para mí y yo jamás le demostraba lo tan agradecida que estaba con ella por darme ese regalo. Me planteé que, desde ese momento, le demostraría a mi amiga lo mucho que la quería y significaba para mí.

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now