39.- Última mirada

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Owen Jones

Abrí los ojos lentamente, mi cabeza estaba dando vueltas, la luz, aunque era ligera, me molestaba, mis extremidades estaban entumidas y no entendía qué carajos estaba pasando. No sabía dónde estaba, todo a mi alrededor estaba lleno de velas pero no podía ver el resto de la estancia, y me encontraba atado a una silla en el centro de un círculo que no reconocí de ningún lado.

¿Por qué estaba ahí?

¿Qué mierda estaba pasando?

—Hola, Owen —su voz sonó detrás de mí y entonces lo recordé todo.

La historia, el miedo que estaba corriendo por mi venas al sentir que la historia me era familiar, luego el deseo apoderándose de mí cuando se acercó hasta el otro extremo de la mesa, los nombres de mis padres, mencionando que ella tenía una parte de esa bruja y diciéndome que yo era el nuevo niño.

Traté de zafarme de las cadenas que me ataban pero fue inútil. No tenía escapatoria.

Aún me faltaban muchas cosas que descubrir, estaba confundido por la situación y por lo que me había dicho, así que, si quería saber toda esa mierda, tenía que estar calmado.

—¿Por qué estás haciendo esto?

Escuché sus pasos y se puso frente a mí. Aún llevaba puesto ese vestido que en esos momentos solo me pareció terrorífico. Esa no era la Venus que yo conocía, su expresión había cambiado, sus ojos eran fríos, sus movimientos elegantes y se veía tan seria que me provocaba miedo.

—Creí que te había quedado claro: tú eres el nuevo niño.

—Dacio solo era un enfermo que golpeaba a mi madre —mascullé.

—Sí, eso también era, pero ahora sabes su verdadera naturaleza.

—No tiene sentido.

—No todo lo tiene, Owen, algunas cosas solo pasan como tienen que pasar. No hay explicación.

—Si todo lo que me estás diciendo es cierto, entonces, ¿eres una bruja?

Ella hizo un mohín— No lo creo. Tengo partes de Madea, puedo provocar ciertas cosas cuando me molesto, cuando lloro, cuando estoy muy feliz. Es diferente porque no corre magia por mis venas, aunque puedo practicarla si así lo quiero, todos podemos de hecho.

—¿A qué te refieres?

Ella dio un paso al frente y yo me estremecí. Venus ni siquiera le prestó importancia.

—Solo somos inmortales, Owen, no somos brujos. Madea se encargó de quitarnos ese beneficio, pero digo que podemos practicarla porque tenemos una maldición, somos seres sobrenaturales, practicar magia negra o blanca es más fácil para nosotros que para cualquier humano.

Todo lo que salía de su boca me parecía ridículo, una mentira, una mala broma pero, en el fondo, muy en el fondo, sabía que era verdad. Dacio cuando se molestaba hacía que se fuera la electricidad, en las alucinaciones de mamá, ella mencionaba acerca del fuego y magia. Lidia era la hermana de mamá, tenía que saber algo al respecto y por eso no le agradaba Venus, pero no entendía porque jamás lo mencionó conmigo siendo tan entrometida.

—¿Qué sucedió con Madea?

—Bueno, al cederle la inmortalidad a todo aquel que estuvo en la aldea esa noche y a su descendencia, murió. Se hizo polvo.

—Donde encontraste el collar —deduje.

—Así es.

—¿Quién asesinó a tu padre? Creí que nadie, más que él, sabía cómo hacerlo.

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now