22.- Diversión nocturna

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Me enderecé en el asiento luego de abrochar mis botas y Owen se puso el cinturón después de colocarse de nuevo su camisa.

Teníamos más de treinta minutos en la mitad del bosque porque nos quedamos a divertirnos un poco más aunque no lo suficiente. Parecía que ambos nos volvíamos muy insaciables cuando se trataba del otro. Pero teníamos que parar porque no era bueno estar en ese punto del bosque, considerando que a algunos kilómetros de nosotros aún estaba toda esa gente.

—¿Quieres que te lleve a casa? —se ofreció mientras encendía el auto y arrancaba. Las luces me encandilaron un poco pero al instante me recuperé.

Vi el reloj del auto y me di cuenta que aún era muy temprano para volver a casa. Probablemente los chicos aún estarían despiertos y no quería verlos ni pelear con ellos, lo cual sucedería si Theo estaba ahí.

—Quizás podemos ir a otro lado.

—Bien, te llevaré a donde quieras —sonrió de lado. A Owen le hacía muy feliz el sexo—, pero primero tengo que ir a casa a cambiarme el pantalón.

Sí, bueno, resultó que cuando tienes sexo en el auto algunas cosas puedes terminar... manchadas.

Quise decirle que no quería ir porque no quería toparme con Lidia nuevamente pero me tragué mis palabras. No quería que Owen se diera cuenta que su tía me ponía nerviosa, así que solo asentí.

Él me miró.

—¿Qué?

—Nada, ¿por qué?

Miró de nuevo a la calle— Mi tía no está en casa tan temprano, no te preocupes.

Me sentí incomoda porque me había atrapado.

No era la primera vez que me daba cuenta que Owen me analizaba demasiado y, extrañamente, me conocía mucho mejor de lo debido. Eso me perturbaba. Con frecuencia podía esconder muy bien mis expresiones y podía engañar a las personas con ellas pero con Owen no era el caso, al menos en esos momentos ya no funcionaba. Quizás debía esforzarme más.

—A mí no me incomoda. Fuiste tú quien parecía muy enfadado cuando entró a tu habitación.

Él se encogió de hombros— Bueno, acababa de tener sexo. Era válido que me molestara por su repentina presencia, ¿no?

—Sería válido si ella nos hubiera interrumpido pero ya habíamos terminado —inquirí y lo noté tensarse.

—Estaba en bóxer, Venus.

No dije nada más porque estaba comenzando a enfadarse. Era obvio que a Owen no le gustaba hablar del porqué de su relación tan quebrantada con su tía. No quise presionarlo pero comenzó a perturbarme el hecho de que no confiara en mí como me había dicho en la carrera ni como en Anna.

Hice un mohín por mis pensamientos.

No necesitaba que me dijera nada porque yo lo sabía todo.

No seas ridícula, Venus.

Tardamos más de lo esperado en llegar a su casa. Al parecer sí que nos habíamos alejado demasiado en la profundidad del bosque. Me costaba creerlo pues el bosque a mí no me parecía tan profundo.

—Vamos —ordenó y salió del auto. Odiaba recibir órdenes pero tampoco dije nada, solo suspiré, salí del auto y lo seguí hasta entrar a su casa.

Owen encendió la luz, iluminando la tan melancólica casa en la que vivía.

—¿Subes?

—Me quedaré aquí, gracias.

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now