29.- Detonante comprensible

139 10 3
                                    

Había pasado mucho tiempo ya desde la última vez que había dormido con alguien y descubrí que lo extrañaba. Extrañaba el calor, el contacto, la cercanía. Obviamente que después de recordar que había dormido con Owen, ya no me agradó mucho. Pero yo tenía la culpa, yo era quien había decidido quedarme ahí.

Owen se removió un poco a mi lado y despertó de repente. Yo ya estaba despierta desde hacía mucho tiempo así que estaba mirándolo mientras dormía. Descubrí lo largas que eran sus pestañas y que su piercing se movía conforme respiraba. Era una buena vista pero mis pensamientos la obstruían. Solo podía pensar en lo culpable que me sentía a pesar de haberme preparado durante un año. Se suponía que por esa razón había investigado todo sobre su vida, para no sentirme culpable pero pues ya había notado que tanta preparación no me había servido para nada.

Pero en fin, ¿qué más daba? Ya todo estaba hecho.

—Buenos días —la voz de Owen sonaba aún más profunda y ronca que de costumbre. Aún no abría muy bien sus ojos y su cabello apuntaba en todas direcciones.

—¿A qué se debe la educación?

—A que estoy feliz —me atrajo a su cuerpo y me abrazó—. Me da mucho gusto que hayas querido quedarte aquí. Sé qué ya habíamos dormido juntos una vez pero yo no estaba consciente.

—Sí, lo recuerdo bien —alcé la cabeza un poco para verlo a los ojos—. ¿Dormir con alguien significa mucho para ti?

Él se encogió de hombros— No lo sé. Dormir juntos no es algo que se haga en el sexo casual así que creo que si puede significar algo. Parece que representa una conexión mayor con una persona.

Quizás él quería decir que representaba el amor entre dos personas, pues él y yo teníamos una conexión pero eso no nos había llevado a dormir juntos; habían sido sus sentimientos hacia mí y mi culpabilidad hacia él. Pero preferí no decir nada al respecto pues no era un tema que deseara abordar. Era mejor solo conocer lo que él opinaba y callarme para no arruinar nada.

Más de lo que ya lo había hecho.

—Quizás —me levanté un poco y me recargué sobre mi codo. No era una posición cómoda pero no planeaba permanecer así durante mucho tiempo—. ¿Sabes lo bueno y estimulante que es el sexo por las mañanas?

Formó una sonrisa de lado— Venus, eres insaciable.

—¿Te molesta?

—Me encanta.

Owen me tumbó de nuevo a la cama y se metió debajo de las sábanas. No nos habíamos vestido la noche anterior así que tuvo acceso directo a mí.

Me retorcí en la cama cuando puso su lengua en el punto sensible entre mis piernas. La movió lentamente en forma de círculos logrando únicamente que gimiera bastante alto lo cual no fue una buena idea.

—¡Owen! ¿Estás con esa zorra de nuevo? —esa, por supuesto, había sido Lidia tocando la puerta como loca—. Te dije que no la quería de nuevo en esta casa. ¡Abre la maldita puerta!

Pero por más que ella gritara Owen no se detenía. Al contrario, sus movimientos se estaban volviendo más firmes y rápidos. Traté de no gemir, de verdad que traté solo para no hacer molestar más a Lidia, pero no lo logré porque Owen no se detenía.

Cuando subió su mano hasta uno de mis pechos supe que estaba intentado desafiar a Lidia. Le gustaba hacerla molestar, le gustaba no acatar sus órdenes y me estaba usando para eso pero no me pareció algo malo. Sí él quería hacer enfadar a Lidia de esa manera yo de buena gana me iba a dejar.

Siempre hay que ayudar a los demás.

Entonces dejé de contenerme; metí las manos debajo de la sabana hasta llegar a su cabello para jalarlo hacia mí y seguí gimiendo. Si Owen quería seguir a pesar de la cólera de su tía, ¿quién era yo para no permitírselo?

La maldición de Venus [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora