26.- Sensaciones intensas

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Venus Nardi

La noticia de que Donalle estaba en Forks me preocupó más de lo que había demostrado en la cocina. No pude pegar un ojo en toda la noche por las ansias de querer ir a buscarla y mandarla a Roma de vuelta.

Estaba tan tensa, tan molesta, tan preocupada y angustiada.

Necesitaba liberarme.

Pude no ir al instituto y quedarme en casa para ver si a Donalle se le ocurría pasarse por ahí en algún momento del día pero ya había creado unos buenos planes para Owen y yo en el instituto. No los quería echar a perder. Además que la casa no estaría sola en ningún momento así que sería imposible que ella pusiera un pie ahí sin ser vista.

Estaba terminando de alaciarme el cabello cuando sonaron unos golpes en la puerta. Sabía que era Anna pues ella era la única persona en la casa que tocaba en mi habitación antes de entrar. A Theo y Ezio no les importaba en absoluto respetar mi privacidad.

—Pasa.

—Buenos días —ella entró. Por fin se había quitado el pijama y llevaba ropa para salir lo que quería decir que había decidido que iría al instituto. Fue una de las pocas cosas que me hicieron sentir bien ese día. Ella era demasiado fuerte, más de lo que ella misma imaginaba.

—Buenos días. Supongo que irás al instituto.

Anna se sentó en mi cama. Yo la veía a través del espejo— Resulta que eres demasiado buena en motivar a la gente. No me voy a dejar caer lo por lo que diga los demás. Yo sé la verdad.

No pude evitar demostrar mi sorpresa— Vaya, estuviste pensando mucho anoche.

—No podía dormir. Cuando me quedo en un lugar nuevo me cuesta un poco.

Pues ya éramos dos. También me pasó algo similar la primera vez que dormí en Forks.

—Ya te acostumbrarás, créeme.

—Lo sé —suspiró profundamente—. ¿Qué tal va tu mano?

—Creo que voy a sobrevivir.

Ella asintió y luego nos quedamos en silencio, yo porque estaba muy concentrada alaciándome el cabello con mucho cuidado para no quemarme, pero ella porque estaba pensando. Inmediatamente lo noté por como mordía su labio superior y como su pie golpeaba el suelo de mi habitación. No creí que estuviera nerviosa pues era obvio que ya no le preocupaba como antes ir al instituto así que era algo más. Parecía ansiosa.

—¿Todo bien?

—Sí, todo bien —alcé una ceja y ella volvió suspiró—. Yo acostumbro a llegar temprano al instituto y, bueno, faltan veinte minutos para que inicien las clases.

Reí.

¿De verdad estaba preocupada por eso?

—Tranquila, ya terminé —dejé la alisadora en su lugar—. Además, no tienes que preocuparte por eso. Llegaremos a tiempo.

Tomé mi mochila y ambas salimos de la habitación. Reprimí la risa que quiso salir cuando vi que ella ya tenía su mochila puesta. Realmente era puntual.

Cuando bajamos las escaleras, vi que Ezio ya estaba listo para irnos y que Theo estaba viendo la televisión.

Eso estaba mal.

—Creí que te ibas a quedar hoy en casa.

Aunque ya estábamos mejor Theo y yo, aún desconfiaba de lo que ese chico podía hacer a solas. Además que si Donalle pasaba por ahí, podía fácilmente escaparse de Theo. Él era fuerte pero Donalle también.

La maldición de Venus [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora