23.- Mañana extraña

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Habría sido un ridículo error y una terrible excusa de mi parte decir que había invitado a Owen a dormir a causa del alcohol pues, cuando lo hice, estaba muy consciente de que lo hacía. Así que no podía justificarme conmigo misma ni con mis hermanos una vez que se dieran cuenta de que él se había quedado.

Estaba sentada en una silla en el rincón de la habitación viéndolo dormir. Habíamos dormidos juntos en la misma cama durante toda lo noche pero me vi con la necesidad de guardar un poco de distancia, lo cual sí que fue ridículo porque lo que Owen y yo ya habíamos perdido, era la distancia. Pero es que dormir con alguien me parecía tan íntimo... tan significativo, que me arrepentí de haberlo hecho con él.

Supuse que me había incomodado y afectado tanto porque no había estado en mis planes hacerlo. Lo nuestro era sexo y nada más.

Decidí no darle más vueltas al asunto porque terminaría mareándome.

Listo, habíamos dormido juntos pero eso no cambiaba nada. Él ni siquiera había estado consciente de que lo habíamos hecho así que no había problema.

No significaba nada.

Como a eso de las ocho de la mañana, escuché ruidos en la habitación de Ezio. Como aún seguíamos turnándonos para cuidar a Theo por si el niño tenía otra tontería rondándole por la cabeza, Ezio se quedaba en casa ese día por lo cual se podía levantar más tarde. Yo era la que debía estar en el instituto al igual que Owen.

Me pregunté si él se enfadaría por faltar un día a la escuela pero me tranquilicé pues no parecía que le importara demasiado. Tal parecía que solo iba a la escuela por compromiso.

El sonido de la regadera hizo eco por toda la casa y eso hizo que Owen se comenzara a despertar. Él soltó un jadeo de dolor y tomó su cabeza entre sus manos.

Me había encargado de no abrir las cortinas para que la poca luz solar no le molestara y lo despertara temprano pero al parecer eso había sido en vano pues Ezio se había encargado de despertarlo.

Noté como él comenzó a observar a su alrededor. Supuse que le pareció desconocido el lugar hasta que todos los recuerdos llegaron a su cabeza. Miró hacia donde yo estaba como si ya hubiera sabido que yo estaba ahí e hizo un mohín.

—¿Qué clase de alcohol era ese? Siento como si mi cabeza pesara el triple.

Me encogí de hombros— A mí no me duele.

—Haz de ser una alcohólica —bromeó y yo reí.

Eso sí que era inesperado.

A Owen no le había afectado en absoluto el saber que habíamos compartido la misma cama. Quizás yo le había dado más importancia de la necesaria.

Dormir juntos no significa nada para él.

Casi suspiré en alivio.

—Hay pastillas en la cocina, ¿quieres una?

—¿Qué hora es? —puso su antebrazo en los ojos como si hubiera luz o algo parecido.

—Ocho con diez.

—¿No tienes que ir al instituto?

—Creo que he visto tu cara en los pasillos, no estoy muy segura.

Él sonrió— Cuando mi cabeza está a punto de explotar, me importa una mierda la escuela.

—Bueno, a mí me importa una mierda todo el tiempo.

—¿Puedo preguntar por qué?

Volvió a gemir por el dolor de cabeza y lo vi como una buena oportunidad para desviar el tema. No me interesaba inventar otra mentira para que él obtuviera su respuesta.

La maldición de Venus [✔]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang