12.- Uniones necesarias

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La patrulla era cómoda, lo que no tanto eran las esposas. Las habían apretado demasiado, como si tuvieran miedo de que fuera escapar o algo así. Le eché un vistazo a Owen que iba a mi lado en la parte trasera para ver si él estaba teniendo el mismo problema y, efectivamente, estaba frotando sus brazos, supuse que eso le causaba algún tipo de alivio.

Observé por la ventana y me di cuenta de que la tormenta ya venía. Al menos había dejado de llover un par de horas. Devolví mi mirada al frente y observé a los dos oficiales. Cuando nos arrestaron y nos sacaron del instituto, creí que el sheriff querría llevarnos en su patrulla pero me sorprendí cuando nos subieron a otra. Me daba curiosidad saber por qué había hecho eso pero no le di demasiadas vueltas a ese asunto ya que presentía que pronto lo descubriría.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que llegamos a la estación de policía. La lluvia, para entonces, ya había comenzado.

El oficial que iba en el asiento del copiloto se encargó de bajarme del auto y el otro oficial hizo lo mismo con Owen. Los oficiales nos obligaron a apresurarnos a la entrada para que no nos afectara tanto la lluvia pero fue inútil, nuestra ropa inmediatamente se humedeció.

Cuando entramos a la estación, la calefacción del lugar me golpeó de una manera tan abrumadora que no me permitió prepararme para lo que vino después.

—¡Maldita desgraciada! —un grito femenino llamó la atención de todos en la estación.

Era una mujer muy parecida a Madeleine solo que con unos años más. Se veía completamente histérica y desesperada. A su lado estaba un hombre que se veía rojo de la rabia y unos pasos atrás de ellos estaban Chloe y un chico más pequeño que ella.

Sin duda alguna, era la familia de Madeleine.

Pensé durante la trayectoria a la estación que ellos podrían encontrarse ahí, sobre todo por el comportamiento que Chloe había tenido al verme, pero no me esperaba tal histeria y rabia. Según yo, solo era sospechosa del asesinato de Madeleine, más aún no confirmaban que yo era la responsable.

—Señora Bailey, le pediré de favor que se retire y nos deje hacer nuestro trabajo con calma —le dijo el sheriff. No me había dado cuenta de que ya había entrado pero le agradecí mentalmente de que tomara cartas en el asunto.

—Vamos, cariño —le dijo el señor a la señora Bailey.

Ella se resistió un poco pero finalmente accedido a salir del lugar junto a su esposo. Chloe y el chico se dispusieron a caminar detrás de ellos pero antes de salir, Chloe se giró hacia mí y me dijo: —No vas a salir de aquí jamás.

Y otra que daba todo por hecho.

Solía creer la mayor parte del tiempo que yo siempre tenía razón y que conseguiría el triunfo a pesar de todo, a Ezio le parecía arrogante y peligroso ya que creer que siempre ganarás te vuelve descuidado, confiado. Debía hablar seriamente con él y hacer que se diera cuenta que yo no era el peor de los casos.

Volví de mis pensamientos cuando sentí el tirón del oficial para que caminara. Me lastimó las muñecas en el proceso pero no me queje. Pronto me las quitarían.

Caminamos hasta llegar a una especie de oficina pero mucho más grande. Había personas por todos lados contestando teléfonos, moviendo papeles, escribiendo en sus enormes computadoras. Todos sumergidos en sus propios mundos, en sus asuntos, pero al instante en que todos nos vieron, pusieron su atención en nosotros. Nos veían con curiosidad, furia, satisfacción. Había diferentes sentimientos en todas aquellas miradas que no tuve tiempo de reconocer ya que nos guiaron a un pasillo oscuro. Al final de este, se veía la luz proveniente de dos cuartos, uno frente al otro.

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now