19.- Descanso necesario

149 10 0
                                    

Venus Nardi

La forma tan relajada en la que me veía ese día fue contagiosa para todos en la casa. Sobre todo para Ezio pues Theo seguí molesto conmigo por el error que había cometido. Traté de ignorarlo y de no preocuparme por su enojo pues sabía que en un par de días me perdonaría porque él no soportaba estar molesto conmigo por mucho tiempo, pero su actitud opacaba mucho nuestro gran avance con el plan. Además que arruinaba mi estado de ánimo.

Ezio puso en el plato frente a mí con un Omelett que se veía absolutamente delicioso pero tuve que ignorarlo e ignorar la repentina hambre que me dio pues iba a comenzar a soltarle mi parloteo a Theo.

—¿No estás feliz? —mi voz llenó el gran silencio que se había formado en la cocina desde que bajamos para desayunar.

—¿Debería? —Theo alzó una ceja pero no me veía a mí, sino a su Omelett.

—Pronto nos iremos.

—Creí que querías enviarme de vuelta a Roma —soltó una risa carente de humor—. Enviarme. Soy como un paquete.

Miré a Ezio en busca de apoyo pero él solo se encogió de hombros y comenzó a desayunar. No iba a ayudarme. Comúnmente cuando Theo tenía ese comportamiento yo podía controlarlo pero todo sabíamos que no tenía cara para decirle que estaba haciendo algo mal pues yo había fallado un día atrás.

—No eres un paquete. Lo único que queremos es mantenerte a salvo. Creo que lo comprendes.

—Lo comprendo pero me parece ridículo. No soy un niño, Venus. Tengo la misma capacidad que ustedes para salir ileso de cualquier problema. Me subestiman, y esa es una de las cosas que más me están molestando.

Yo ya sabía eso.

No le gustaba que lo cuidáramos pero era algo que no podíamos evitar. Él ya conocía muy bien la forma tan sobre protectora en la que nos comportábamos con él y aun así había decidido seguirnos a Forks. Su disgusto era culpa de él y de nadie más.

—¿Qué otras cosas te molestan? —le pregunté pero inmediatamente me arrepentí de hacerlo pues se avecinaba una gran pelea. Ezio soltó el tenedor que estaba usando y se puso la mano en su frente para negar lentamente.

Lo ignoré. Él había decidido no ayudarme así que yo iba hacer las cosas a mi manera.

—¡Que estuviste a punto de ocultarnos algo! Porque estoy completamente seguro de que no nos dirías nada de lo que hablaste con ese idiota. También me molesta mucho lo que hiciste ayer por la noche. ¿Es que ninguno de los dos se da cuenta de lo bizarra que es esta situación? No sé cómo es que pueden soportarlo y fingir tanto.

Me tensé.

Bien, yo había fallado pero con su actitud tan grosera y sus palabras tan hirientes, yo ya había pagado mi error. Se estaba excediendo demasiado y yo no iba a tolerarlo.

—Nosotros ya te habíamos dicho lo que iba a suceder aquí y como sabíamos que no ibas a soportarlo por eso te dejamos en Roma. ¿Crees que nos gusta dejarte solo? ¿Crees que estamos tranquilos cada vez que eso sucede? Pues claro que no. Nada de esto fue voluntario, sino necesario. Pero tú fuiste el que quisiste venirte para acá y vivir esto con nosotros a pesar de lo difícil que nos iba a resultar. Pudimos ocultarte esto y mentirte pero no lo hicimos. Y ahora estás ahí, sentado, criticando lo que estamos haciendo como si no fuera lo bastante malo ya.

Tomé bastante aire al finalizar. Mi hambre se desvaneció tan pronto como había llegado y me buen humor se esfumó por completo. Odiaba con todo mí ser discutir con Theo pero tampoco iba a dejar que me echara en cara lo que estábamos haciendo pues era para el bien de todos.

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now