33.- Cuentas saldadas

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Venus Nardi

Ya era de noche, bastante noche, y Owen aún no regresaba. Él dijo que iba a volver pero no lo había hecho y eso estaba preocupándome. Sabía que podía cuidarse solo y que no era un niño al cual se le debía poner atención todo el rato pero mi instinto me decía que algo andaba mal.

Solo sentía ese tipo de preocupación cuando Theo estaba en peligro y siempre había acertado.

Anna y Theo ya estaban en su habitación pues habían vuelto muy cansados del cine al que habían ido y Ezio era el único que estaba conmigo en la sala esperando a que Owen regresara. Sabía que él también estaba cansado y, ciertamente, yo también lo estaba después de la tarde tan larga que había tenido pero no me iba a mover de ahí hasta que Owen tocara esa maldita muerta.

—¿Crees que Ryan le haya hecho algo? —comentó Ezio.

—No lo sé.

Y odiaba no saber algo. El conocimiento daba un tremendo poder y no me gustaba no tenerlo. Me molestaba demasiado tener que preocuparme por algo que no sabía. La incertidumbre era tanta que me resultaba exasperante.

—Tal vez tuvo algún inconveniente con Lidia.

Hice un mohín— Es más probable que haya tenido un problema con Ryan que con Lidia. A él no le importa demasiado lo que ella le diga.

—Lo conoces tanto... —dijo pero no sonó con burla, ni si quiera sarcasmo, solo estaba reflexionando.

Yo también me puse hacerlo.

La verdad era que sí, conocía demasiado a Owen, más que antes, en Roma, me habría gustado hacerlo. Conocía algunos de sus gustos, de sus expresiones, de sus miedos, de sus defectos, podía adivinar su próximo movimiento antes de que lo hiciera e incluso a veces sabía lo que estaba a punto de decir. Y no era porque Owen fuera predecible, sino que realmente lo conocía muy bien.

Me pregunté si Owen también me conocía como yo a él, y si era así, entonces no me conocía de verdad, pues yo solo le había mostrado a Owen lo que quería que viera de mí, lo que sabía que llamaría su atención. Me había moldeado durante meses para lo que Owen necesitara así que esa solo era una versión más de mí. No era la real. No era esa insoportable, inhumaba, frívola, arrogante e hiriente Venus que fui en los últimos años de mi vida.

En realidad, no era la versión de la cual él se había enamorado.

Antes de que pudiera pensar más, lo cual fue muy bueno, la puerta se abrió. Me levanté de un brinco del sillón para ver a Owen entrar, pero no venía solo, Nolan iba detrás de él. Ambos se veían enfadados, preocupados e irritados.

Algo muy malo debió haber pasado.

—¿Qué sucede? —ambos me miraron pero no dijeron nada. Ya estaba comenzando a desesperarme más—. Hablen.

—Ryan te matará si salgo del pueblo —gritó Owen.

Me habría reído, de verdad que tenía unas tremendas ganas de hacerlo, pero no lo hice pues ellos no se veían de humor para bromas. Realmente estaban bastante preocupados.

—¿Por qué?

—Porque es un grandísimos idiota, egoísta y obsesivo que no quiere perder en su negocio.

Siempre supe que algo así podía pasar. Conocía a la gente como Ryan; a ellos no les gustaba perder, nada, jamás. Sabía que cuando intentara llevarme a Owen él iba a protestar, él iba a convertirse en la peor amenaza para cuando decidiéramos irnos y como siempre, no me equivoqué. Fue por eso que Ezio robó la mercancía de Ryan, que yo casualmente estuve presente en esos días que él tenía la deuda y que le presté el dinero. Necesitaba tenerlo acorralado, amenazado, necesitaba tener algún control sobre él y lo mejor fue prestarle dinero, pues esa gente, siempre le daba mucha importancia al efectivo.

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now