27.- Esperada visita

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Owen Jones

Un golpe de realidad.

Eso fue lo que recibí aquel día que Venus y yo tuvimos sexo en el salón de clases. Había pasado una semana entera desde eso y no nos habíamos visto desde entonces. No la busqué en el instituto, no fui a su casa y tampoco ella trató de hacer algún acercamiento conmigo. Me daba la impresión de que me estaba dando mi espacio y eso me hacía sentir aún más avergonzado y con menos ganas de buscarla.

¿Cómo podía verla de frente cuando ambos sabíamos que me estaba comenzando a enamorar de ella?

«Solo quiero que sepas que no voy a renunciar a ella como sé que tú tampoco. Puedo ver que te interesa más de lo que quieres admitir. Esto no como con las demás. Quizás debas saberlo.»

La estúpida voz de mi mejor amigo retumbó en mi cabeza nuevamente mientras conducía, pero tenía que darle la razón. ¿Con cuentas de las chicas con las que me acosté hice lo mismo que estaba haciendo con Venus? ¿Con cuentas chicas había podido ser yo mismo sin temor a que las asustara y se terminaran alejando?

Con ninguna.

Esa era la respuesta.

Tachaba a Venus de demente por arriesgarse tanto pero yo era igual que ella. Yo trabajaba vendiendo drogas, sabía disparar, me la pasaba en carreras ilegales, tenía problemas de ira, me peleaba con cualquier idiota que me dijera algo. ¿Cuál era la diferencia entre Venus y yo? Desde mi punto de vista, no había ninguna.

Me parecía ridículo estar así. No tenía más de un mes que había conocido a Venus y yo ya había desarrollados absurdos sentimientos por ella. Pero, ¿es que acaso había algún tiempo determinado que te indicaba cuando podías empezar a sentir algo por alguna persona?

No lo había.

Los sentimientos no se podían evitar, tampoco controlar o retener. Esa mierda simplemente llegaba y no se iba hasta que todo terminaba, incluso después de eso podían seguir intactos.

Nunca había sido muy bueno descifrando que era lo que sentía. Cuando pasó lo mismo con Anna, tuve que hablar con Nolan y explicarle como era que me sentía cuando estaba cerca de ella. Él fue el que me dijo que mi cariño por Anna ya no era el que se tenía por una amiga, sino que ya había trascendido a algo más. En cuanto lo supe se lo dije y no me había ido muy bien en esa ocasión, así que esa era la razón por la que estaba evadiendo a Venus y porque estaba yendo al lugar al que conducía.

Nolan no era una opción para hablar acerca de mis sentimientos porque sentía algo por la misma chica y no quería que las cosas se pusieran de nuevo incomodas entre nosotros. Apenas estábamos superando lo de nuestra pelea y no lo quería arruinar de nuevo. Lidia tampoco podía ayudarme porque no la soportaba, Ryan probablemente estaba tan o más perdido que yo en el asunto de los sentimientos, así que mi única opción era Romina Jones.

Mi madre.

La mujer a la que ya no le importaba nada, la mujer que no luchaba contra su enfermedad, la misma mujer que me corrió una y otra vez cuando iba a visitarla.

Tenía dos años que no la veía y eso me ponía más nervioso de lo que permitía admitirme a mí mismo.

¿Cómo estaría ella? ¿Su cabello negro estaría lleno de canas o seguiría siendo igual de sedoso a como lo recordaba? ¿Las arrugas de su rostro estarían más marcadas? ¿Seguía estando igual de pálida y delgada como cuando lo dejé de ver? ¿Seguía siendo igual de sabia o también había decidido dejar de hacer eso?

Descubrí un estúpido nudo en mi garganta.

Tenía pavor de verla de nuevo pero a lo que más le temía era a su rechazo. No me gustaba que me rechazaran y menos mi madre. Pero tenía la ligera esperanza de que quisiera verme y hablar conmigo. Quería que me ayudara a descifrar lo que sentía. Después de todo, las madres eran muy buenas descubriendo los sentimientos de sus hijos, ¿no?

La maldición de Venus [✔]Where stories live. Discover now