20.- Malas ideas

151 12 0
                                    

Owen había llegado a mi casa casi cayendo la noche por completo. No me molesté pues no parecía que él fuera la persona más puntual del mundo. Además que el tiempo libre me había servido para hacerme unas ligeras ondas en el cabello. Era la primera vez que lo hacía desde que me había teñido el cabello y debía admitir que se me veían muy bien.

—Creí que te pondrías falda —dijo Owen cuando me subí al auto, haciendo un puchero.

Yo reí— Veo que tú no sabes saludar.

Negó con diversión y puso en marcha el auto.

—La educación no es lo mío.

—Lo he comprobado.

Nos quedamos en silencio por unos segundos. Owen tenía la vista fija en la carretera y yo veía pasar las casas y los locales mientras el auto avanzaba. Esa noche era una noche hermosa. Por primera vez en mi estancia en Forks, las estrellas iluminaban el cielo. No había nubes, ni lluvia, ni viento. Era una noche extrañamente calmada.

Me gustaba esa sensación.

Pero tal parecía que a Owen no le interesaba en absoluto el clima de esa noche pues se veía muy concentrado en otros asuntos. Se veía inquieto y su pie libre se movía una y otra vez en el suelo alfombrado del auto.

Quería decirme algo.

—¿Qué pasa? —alcé una ceja y él me observó.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Veré si puedo respondértela.

Suspiró, dándome la impresión de que se estaba preparando— ¿Por qué nunca mencionaste a tu hermano Theo? El día de la entrega parecías realmente molesta, aunque no sé si era porque él estaba ahí o porque nosotros lo conocimos.

Me tensé.

No era que no me esperaba que alguien me preguntara sobre él, pero aun así su pregunta me incómodo y me hizo arrepentirme de preguntarle que qué sucedía. Además que aún no terminaba de agradarme el hecho de que Owen le prestara tanta atención a mis expresiones.

—Jamás mencionaste que tenías una tía —ataqué y también se tensó.

Entre nosotros, definitivamente, la familia no era un buen tema para conversar.

—No me agrada la idea de que lo sea. Prefiero mantenerla fuera de mis asuntos, al igual de las personas con las que me relaciono.

—Pues es completamente igual con Theo, aunque a mí no me desagrada que sea mi hermano.

—Parece mayor que tú. ¿Cuántos años tiene? —me echó un vistazo rápido y volvió sus ojos al camino.

—Diecisiete.

—¿Y tú? —escuché su voz algo impresionada.

—Diecinueve.

Mis repuestas eran automáticas debido a la gran preparación de todo un año. Agradecí que él no notara que mis respuestas eran preparadas.

—¿Cuántos años tiene Ezio? —su voz sonaba más baja. Como si temiera a mi reacción.

—Diecinueve.

Me miró, asombrado— No son mellizos, ¿cierto?

Negué y después suspiré— Nuestros padres nos adoptaron cuando éramos pequeños. Años después adoptaron a Theo también. No somos hermanos biológicos pero es como si lo fuéramos.

Él me miró condescendientemente. Odiaba tanto esa mirada. Era la lastima disfrazada de otra cosa.

—No me veas así, Owen —miré hacia el frente y me di cuenta que no nos estábamos dirigiendo al lugar que yo creía. Estábamos en el bosque pero yo no reconocía las calles—. ¿Dónde estamos?

La maldición de Venus [✔]Onde histórias criam vida. Descubra agora