Vaitiare vive para la perfección, hasta que su mundo se desmorona tras la llegada de un misterioso pelinegro, quien le hará experimentar sensaciones que nunca imaginó.
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Si ya viviste un cliché en carne propia, lo sabes.
Sabes cómo termina todo, c...
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"Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos"
Cuanto más pienso en Hyder, más me da miedo, mas llena mi cabeza de preguntas sobre quién es y por qué se comporta como un completo acosador conmigo.
Lo que hizo el sábado no estuvo bien, estuvo pésimo, sentí tanto terror que pensé que desmayaría en cualquier instante.
Desde esa noche solo veo ese verde esmeralda en mi cabeza, no puedo sacarme de la mente lo que genera, temo por mi de alguna manera, todos los desastres en mi vida han estado empezando desde que lo vi por primera vez en Nuova vita.
Y con todos los desastres solo puedo documentar uno, me torcí el tobillo, me desgarre el musculo, no estoy apta para estar con las porristas ahora, lo que significa que cuando venga el cazador de talentos de la universidad para la facultad de Artes, tal vez no este aun reincorporada en el equipo.
—Tiare, ¿Segura que no quieres ir a ver cómo va la nueva rutina? —Jasmine me saca de mis pensamientos.
—Estaré bien, iré a casa a descansar un poco, tengo algunos trabajos que terminar. —aseguro tratando de no sonar triste.
Jasmine me mira dudosa.
—Pero puedes ver y también practicar un poco.
—No te preocupes, además sé que lo haces fabuloso. —le regalo una sonrisa.
Me sonríe de vuelta y nos despedimos rápidamente.
Eduard me espera en el estacionamiento, para ir a casa, se ofreció a recogerme y llevarme a casa mientras mi tobillo aún se recupera, no quiere que mi tobillo empeore y no pueda aplicar a la universidad.
Está perfectamente apoyado contra su vehículo ante mi espera y se ve tan malditamente bien.
—Cariño, te extrañé tanto. —me dice Eduard cuando llego junto a él.
Me toma de la cintura y mis labios se elevan en una sonrisa involuntaria, aprieta sus manos donde las tiene y me junta a su cuerpo, mira mis labios y deja un casto beso en estos.
—Te amo. —le digo en un susurro y pongo mis manos atrás de su cuello.
Me sonríe ampliamente y ataca mis labios en un efusivo beso, apretándome lo más que puede y dejando sus huellas en mí.
Siento como alguien nos mira y me separo de Eduard a regañadientes, volteo en dirección por donde vine y no veo a nadie viendo como un fisgón.
— ¿Qué pasó, Tiare? —interroga Eduard ante mi extraño comportamiento.
—Sentí que había alguien más en el estacionamiento, —murmuro— ,solo no me hagas caso, estoy algo paranoica.
Eduard ignora mi comentario y me abraza dejándome sin aliento.
