Rencor

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"El rencor mueve a los gatos de una forma muy extraña"


Fijo en mi vista en la puerta del apartamento de Hyder y debato conmigo misma si tocar o no la puerta.

Lo que acaba de pasar aun me tiene algo desconcertada y un poco paranoica, el tipo ese era muy parecido a Hyder y algo menor que él, pero muy parecido por sobre todo.

Me decido y toco la puerta, un par de golpes en la ya descascarada puerta son suficientes para que un Hyder con cara de pocos amigos y sin camisa abra.

Su rostro malhumorado se transforma al verme y su actitud llena de prepotencia hace su aparición junto a esa sonrisa de lado que todavía me genera escalofríos en la espina dorsal.

Bajo la vista de su rostro y sin darme cuenta me quedo viendo sus definidos hombros, esbeltos y marcados, pero no lo suficientes como para parecer gigante, mis ojos siguen su recorrido sin que yo pueda impedirlo, sus tatuajes me dan la bienvenida con una serpiente en uno de sus hombros y un realista cuervo con las alas abiertas en el centro de su pecho.

No reparo mucho en los pequeños tatuajes, pero mi vista sigue bajando sin que se lo pida hasta que llego a una definida V que lleva a...

—Ya te habías tardado —sus palabras me toman por sorpresa y elevo la mirada de inmediato, siento mis mejillas enrojecer.

En su rostro solo puedo ver la superioridad de haberme atrapado mirando su marcado abdomen al desnudo.

— ¿Disculpa? —sale mi voz en un murmuro desconcertado.

Hyder se da la vuelta e ingresa al departamento, deja la puerta abierta para que ingrese y dudo unos segundos si hacerlo o no, pero me da algo de temor quedarme en el pasillo sola y con la seguridad de que el tipo me llamo como el desconocido lo hace.

Ingreso tras de él y cierro la puerta con cuidado de no hacer ruido.

Volteo y veo a Hyder aún de espaldas a mí, veo los músculos de su muy buena espalda tensarse a cada corto paso que da.

Noto el gran tatuaje de un león con una hojas a la altura de su omoplato derecho y que recubre parte de su hombro y un parte de su nuca, mis ojos quedan hipnotizados ante el efecto de uno de los ojos verdes del león, ese perfil tan real que siento en cualquier momento tomará vida y saltará sobre mí.

Mis labios se separan un poco al ver como deja de caminar y los músculos de sus brazos se tensan, gira un poco la cabeza y habla.

—Así que... —le escucho decir e inmediatamente aparto mi mirada de su dura espalda— ¿Qué necesitas ahora?

Las palabras no llegan a mí, me he quedado embobada viendo sus anchos hombros y su definida espalda, no puedo dejar de lado tampoco sus venosos brazos.

—Ah...—Hyder voltea con una sonrisa en el rostro—... ¿Puedes ponerte algo?

Mi pregunta sale más como una orden, lo cual le cusa más gracia a Hyder, bufa con diversión y camina hacia uno de los sofás, una risa no tarda en llegar y se coloca una camiseta blanca con lentitud.

—A qué viniste, vainillita. —me mira con rebosante preponderancia.

Toma una gran bocanada de aire y respondo.

—Sé que sonara una total insensatez, pero me dijeron que venga.

La expresión en el rostro de Hyder su convierte a una de absoluta gracia, no puede evitarlo y una corta risa escapa de sus labios.

Never (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora