Soluciones

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"La opulencia y la perfección solo te ayudarán si adoleces de moral"

Algo que también había retomado esa semana eran los ensayos de ballet que tenía olvidados desde hace un año, necesitaba intentar poner en orden mi vida, aunque eso ya se veía muy lejano.

Caigo al suelo al intentar impulsarme por los aires y fallar súbitamente al apoyar una de mis piernas mal, junto al pésimo equilibrio que tengo últimamente y la falta de fuerza en mi cuerpo, no estoy haciendo un buen trabajo en recuperar mi constancia en el baile.

¡Encore une fois, Vaitiare! —vocifera, Amelia, mi maestra en cuanto me ve caer de golpe.

Asiento ligeramente con la cabeza, completamente avergonzada. Me levanto con frustración y comienzo la rutina una vez más.

Sus palabras en francés se llevan por un momento a Hyder y una tarde que pasamos juntos en su departamento, él preguntó cómo es que podía entender algo de francés si en la escuela tomo español.

No respondí ante su curiosidad.

Era mejor así y aunque sé que no es posible que él llegue a sentir algo por mí, ya que él mismo expreso sus palabras de esa forma, preferí no involucrar más mi vida personal en una relación carnal entre ambos.

No obstante, a pesar de las señales de mi mente para no hablar con él de mi vida fuera de las banales horas que compartíamos, moría por contarla cada uno de mis momentos, moría por contarle que sé algo de francés porque mi padre es inglés y él habla el idioma, moría por contarle sobre mis vacaciones a Versalles aquel verano en el que me lastimé la pierna, moría por contarle hasta el más ínfimo detalle de mi vida.

Pero sé que eso no puede ser, no si quiero salir completa de lo que sea que tengamos.

Suffisant —anuncia tajantemente la señora de media edad con mirada grisácea, dejo mis movimientos y me pongo en posición de descanso mirando hacia ella—. Las audiciones son en menos de dos meses, Vaitiare, no te veo en condiciones de presentar tres coreografías seguidas.

Suelto un corto suspiro y guio mi vista hasta ella.

Había sido mi maestra desde que tengo uso de razón, me enseñó todo lo que sé ahora, hizo de mí una de las mejores de su clase y ahora puedo sentir su decepción palpable en el aire.

—Estaré lista —aseguro con poca confianza—. Solo necesito...

—Sé que no es tu mejor momento, pero lo podrás hacer —dice en un intento de tranquilizar mis pesares, suelta un suspiro y con una comprensiva sonrisa en el rostro, sigue hablando—. Hoy y mañana has algunos estiramientos, nos vemos el lunes.

Asiento con la cabeza y me devuelve el gesto, toma su pequeño maletín de gimnasio y la veo desaparecer por las amplias puertas de la sala de ensayos que mis padres mandaron a modificar en cuanto mis pies pisaros por primera vez un salón de ballet.

Me dirijo a una de las paredes, en donde se encuentran las barras de estiramiento, y hago mis últimos ejercicios de la mañana.

Para cuando finalmente salgo del estudio de danza cubierto por espejos en todas partes, es el medio día, aprovecho que no se encuentra nadie más que algunos empleados en casa para comer después de mucho en la barra de la cocina.

La costumbre de conversar en este lugar cuando mis padres estaban en casa al mismo tiempo y podíamos mirarnos sin tanta lejanía entre espacios, desapareció en el instante que descubrí las atrocidades envueltas en esta familia, las risas mientras papá cocinaba su especialidad, se evaporar por completo y los desayunos con Jasmine se sienten tan lejanos hoy en día, que parecen nunca haber existido.

Never (#1)Where stories live. Discover now