Realidad

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"El juego es el mismo, intentar matar a un gato con dos tiros"

«Sus ágiles manos se apoderan de mi cintura a la par que los movimientos en sus caderas me hacen estremecer en un par de embestidas, chocando una y otra vez a la par que escucho sus jadeantes gemidos.

Extasiada, busco sus verdes ojos, para quedarme a vivir para siempre dentro del infierno que encarcela su mirada.

Mas nunca logro ver nuevamente su cabello azabache. La mirada azulada del cielo me toma en sus redes y lo que durante pocos segundos fueron suaves caricias, se convierten en una pesadilla que solo me genera rechazo.

Vuelvo a aquella tarde en que mi dignidad me abandonó por primera vez, la humillación recorre todo mi cuerpo a la par en que los peores segundos de mi vida se ven próximos a llegar.

Yo, completamente desnuda sobre sus sabanas, mientras él se mueve sobre mí con aspereza. »

Un chirrido en ambos lados de mi cabeza me hace abrir los ojos con lentitud, un dolor punzante se hace presente en mi frente y vuelvo a cerrar ambos parpados con fuerza para que mi borrosa visión desaparezca.

Mis oídos regresan a la vida y el asombro de las personas que llegan al reciente accidente se hace presente, abro mis parpados con rapidez para toparme con la bolsa de aire que al parecer no logro salir a tiempo a juzgar por la ligera mancha de sangre que encuentro sobre esta.

Retiro ambas manos del volante solo para darme con la sorpresa de que en todo este tiempo el teléfono no cayó de mis manos, el video sigue reproduciéndose ante mis ojos.

Aparto mi vista y bloqueo la pantalla con uno de mis dedos libres, tanteo con la otra mano en busca del cinturón de seguridad, pero no lo encuentro alrededor de mi cuerpo. En mi desesperación intento ver al frente al coche con el que choque, pero el parabrisas se encuentra completamente quebrado.

Sin reparar en mis demás cosas dentro del auto, bajo, llena de angustia por saber que ocurre afuera. Una inmensa fila de carros se atosigan detrás, intentando buscar una manera de salir de este desastre, veo al frente con rapidez a la par en que las personas se aproximan para ver si hay alguien herido a gravedad, para mi buena fortuna solo un hombre eufórico de traje se encuentra lamentando el estado de su vehículo.

La estabilidad en mis piernas no me deja caminar con rectitud mientras algunas personas se acercan para verificar mi estado, ignoro las preguntas de todas ellas y me dirijo al hombre, quien se encuentra sin ningún rasguño.

—¡Maldita mocosa idiota! —exclama el hombre de mediana edad, malhumorado como ninguno—. Vas a pagar cada centavo por este desastre.

Alzo la cabeza para toparme de frente con una mirada furiosa, cabellos negros y algunas canas que ya son notorias, sus expresiones parecen cambiar y tranquilizarse.

—Pagaré por todo esto —aseguro, perdida entre la multitud—, solo llame a la mansión Fernsby y nos encargaremos de todo.

Sin más que decir, salgo corriendo, esquivando a las personas.

Me observan con reproche, seguramente pensando que quiero huir de la responsabilidad, pero no estoy huyendo y si lo hiciera, no sería para huir de la ley.

Adolescente irresponsable que iba viendo el teléfono mientras conducía, sin cinturón de seguridad y con los ojos llorosos, nada bueno puede salir de esto si alguien se entera qué me encontraba haciendo para chocar.

Corro por la vereda más próxima en dirección contraria a la de mi hogar, corro hasta que mis pies me piden a gritos que pare. Me encuentro lo suficientemente lejos del desastre que acabo de cometer, pero aún a una gran distancia de mi destino, más paro mis veloces pasos y solo camino apresurada.

Never (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora