Vaitiare vive para la perfección, hasta que su mundo se desmorona tras la llegada de un misterioso pelinegro, quien le hará experimentar sensaciones que nunca imaginó.
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Si ya viviste un cliché en carne propia, lo sabes.
Sabes cómo termina todo, c...
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"El pudín de vainilla no es bueno para una animadora"
Veo el reloj en la pared hacer una suave danza para poder llegar a la marcar la hora de descanso.
La noche anterior no me favoreció definitivamente y mis pesados parpados ya comienzan a rendirse ante las horas de estudio, pero debo de soportar solo un par de horas y ya.
Jugueteo con el lapicero en mis manos y el sonido del reloj empieza a molestarme más de lo normal, vuelvo mí vista a las manecillas y parece que cada vez avanzan más lento por una conspiración del universo.
Suelto un bufido por lo bajo y cierro mis parpados por unos segundos mientras llego mis manos atrás de mi cabeza y masajeo un poco la zona.
Vamos, Vaitiare, puedes soportar esto, solo es la horrible clase de física.
Abro mis parpados e intento prestar un poco de atención hasta que suene la campana.
Aún tengo mis manos en mi cabeza cuando mi teléfono vibra y la pantalla automáticamente se ilumina mostrándome un nuevo mensaje.
Bajo la mirada para encontrarme con mi teléfono móvil vibrando sin cesar, alguien está desesperado dejando mensajes al parecer.
Miro a mis costados con un poco de cautela, intento buscar a alguien con el móvil en manos, pero no encuentro a absolutamente nadie.
Todas las personas en el aula solo se limitan a atender a la maestra y tomar apuntes hasta que al fin toque la campana, prefiero que nadie note mi existencia si quiero saber quién manda mensajes tan apresurado a esta hora.
Suelto el aire retenido en mis pulmones y tomo mi celular de la carpeta, me recuesto un poco en el asiento y deslizo mis dedos por la pantalla del móvil con cautela de que algún cotillo no husmee donde no debe.
Los mensajes saltan instantáneamente, ocho mensajes para ser exactos, pero no todos del mismo número.
Número desconocido:
Olvidaste tu bolso en el club la otra noche, vainillita.
Hyder.
Leo los siguientes mensajes y mi respiración se altera de manera significativa.
Josh me pidió que te lo diera.
¿Está en la escuela, señorita porrista?
No tengo todo el día, tienes que estar en el estacionamiento en cinco si no quieres que lo done en caridad.
Ya pasaron dos minutos, apúrate.
Terminan sus mensajes e instantáneamente aparecen más mensajes de otro número desconocido.
