Capitulo 24

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Ethan:

Ya han pasado dos días desde que Channel tuvo en sus manos un arma real. No es que fuera la gran cosa para mi, ya que mil veces ha pasado por mis manos una que otra arma blanca o de fuego, pero para Channel si que lo era. 

Nunca la había visto tan demacrada, tan pensativa y en su propio mundo. Lejos de todos y en especial de mi. Sentía que muy en el fondo que esta situación había ocurrido por mi culpa y creo que ella lo sabía tanto como yo. 

Otra maldita cosa había ocurrido por mi culpa en su vida. 

Aun recuerdo como si recién hubiera pasado y no solo dias, como sus ojos adquirían un brillo de pánico al ver que lo que tenía en sus mano no era la pistola de juguete. Como sus ojos comenzaban a cristalizarse por la sensación de miedo al ver los orificios que traspasaba no tan solo las botellas de cristal, también la madera y en especial como su cuerpo tiritaba involuntariamente, buscando a alguien en quien apoyarse para por fin derrumbarse. Channel podía ser la chica más fuerte que hubiera conocido, pero en los momentos en que algo la pilla desprevenida, podría llegar a derrumbarse. Como ahora. Que se que lo que más le aterro fue la posibilidad, aunque fuera mínima, de lastimar a alguien y no el hecho de haber utilizado una pistola. 

Y yo no tenía la menor idea de cómo calmarla.

Me encuentro en este momento en la cocina del departamento, preparando una taza de leche caliente para ir a dejarle a Channel. Lleva estos dos días sin comer y como mi madre decía “No hay nada que no cure una ración de chocolate”. 

Me agacho encogiendo las rodillas hasta el pecho, para buscar en uno de los cajones de abajo uno de los chocolates dulces en forma de conejito, chocolates que Channel acostumbra a dejar caer dentro de la taza de leche recién caliente. Cuando lo encuentro, me enderezo dejándolo al lado de la taza y busco en otro cajón un paquete de galletas oreos para que acompañe la leche. Si no quiere comer una buena ración de chocolate para que le suba el animo, ya no sabría qué otra cosa hacer por ella. Más que acompañarla desde lejos si esque no me permite estar con ella.

Dejo todo en una bandeja, y voy directo a las escaleras, subiendolas despacio para que nada se mueva de su lugar. Cuando ya estoy enfrente de su puerta, traspaso el peso de la bandeja a una sola mano, para con la otra llamar a su puerta.

―¿Channel?―no hay respuesta―Te traje algo muy rico―digo mirando la bandeja. Me resulta realmente extraño tener esta actitud atenta y cariñosa con alguien, pero puedo llegar a acostumbrarme―¿Me dejas pasar y ayudarte a estar mejor porfavor?.

Unos segundos después en que creo que no me va a responder se escucha un―Pasa― casi inaudible. 

Cuando abro la puerta un cojín sale volando en mi dirección pero lo alcanzó a atrapar con la mano en que no llevo nada, y sin botar nada de leche. Menos mal.

―¿Pero que…?―dejó caer el cojín al suelo, en donde hay muchos más.

―Camina dándome la espalda―escucho como la cama cruje―No quiero que me veas tan desastrosa.

Como es obvio, no le hago caso pero si camino con la cabeza agachada para darle tiempo en que se oculte bajo las sábanas. Cuando quiere ser bien infantil, lo es y eso lo adoro. Adoro que no pierda esa esencia de niña pequeña, aunque sea en sus peores momentos. Dejo la bandeja en el mueble que esta la lado de su cama y recién ahora levanto mi cabeza para observar todo alrededor.

La habitación no esta tan desastrosa como me lo imaginaba, solo se encontraba el desorden de los cojines que en vez de estar en la cama, están todos esparcidos en el suelo al igual que unos pocas pañuelos usados. Mientras que encima de la cama, se encuentra una bola de sábanas envolviendo a un personita chiquitita.

"Mi Riesgo" (Segunda Parte, Saga Arriesgarse)Where stories live. Discover now