¿Se acabó?

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Pasaron los cuatro días restantes de las vacaciones de verano; mientras los alumnos de la universidad de Sina se preparaban para regresar al campus; Zeke se encontraba duchandose en su habitación de hotel que la señora Kiyomi Azumabito le había re...

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Pasaron los cuatro días restantes de las vacaciones de verano; mientras los alumnos de la universidad de Sina se preparaban para regresar al campus; Zeke se encontraba duchandose en su habitación de hotel que la señora Kiyomi Azumabito le había reservado. Mientras este enjabonaba su cabello y cuerpo no podía esbozar una sonrisa al saber que su plan parecía estar marchado bien. La confianza de la Azumabito estaba completamente en él, y poco a poco la de su sobrina también lo estaría, no, no le interesaba para nada la joven, lo único que le importaba a éste era una cosa: dinero, y por ende, poder. Ese era el propósito que lo invadía desde más joven, aunque gracias a su mente prodigio logró destacar en su área de trabajo, consiguiendo así un doctorado en psiquiatría; y aunque su trabajo le brindaba una vida cómoda no le era suficiente, necesitaba influencias, poder en la industria para destacar y ganar su fama en el mundo; pero sobre todo que los ojos de su padre lo miraran, no orgulloso sino arrepentido por haber abandonado a ese niño junto a su madre con recelo.

Grisha Jaeger se involucró de más con una chica en su juventud, Dina, la madre de Zeke. Acudieron juntos a la misma universidad de prestigio; Grisha se preparaba académicamente con excelencia como futuro sucesor del jefe mayor en la empresa Jaeger, su padre. Toda una vida llena de restricciones, reglas habían abrumado a Grisha. Y una vez de haber entregado su tesis final con la cual se graduó con honores, esa noche sus compañeros salieron a festejar su graduación de la mejor manera, una noche con alcohol y música. Esa noche por primera vez Grisha aceptó acudir, sin importarle lo que sus padres le reclamarían en cuanto se enterasen, se lo merecía después de cinco años solo dedicándose a los estudios y jornadas de trabajo en la empresa.

Era una noche alocada con los ya graduados, se reunieron en un salón del hotel de la familia de alguno de ellos, toda la generación acudió. Dieron pasadas de las dos de la mañana y Grisha decidió disfrutar su primer noche de fiesta y lo más probable la última; las bebidas eran invadidas por el alcohol hasta el punto de hacer perder el sentido común a los presentes.

Dina Fritz se encontraba también en el escandaloso lugar, sentada en la esquina de la barra, sola, mirando como se divertía el chico del cual siempre había estado enamorada pero que jamás se había atrevido a dirigirle una palabra, ¿la razón? Se sentía sumamente inferior a el, sentía que no era lo suficientemente buena para su amor platónico; ella era una chica becada de bajos recursos económicos en un instituto prestigioso, mientras el venía de una familia de poder y dinero. Dina ya se había hecho la idea de que jamás podría estar con Grisha, ni como amiga y mucho menos como pareja.

Pero esa noche al igual que Grisha dejaría de ser esa chica educada, inocente y buena, quería revelarse contra ella misma; y como si fuera agua comenzó a beber vodka y whisky. Y así como sus compañeros perdió sus cinco sentidos, ya no era consciente de lo que hacía. Terminó involucrada en el grupo donde las chicas bailaban y los hombres lo disfrutaban, terminó mostrando su lado más extrovertido que no pensó tener, terminó incluso coqueteando e insinuandose a su amor platónico.

Miradas Frías Where stories live. Discover now