Desde mi niñez recuerdo cómo siempre había gente, ya sean niños o adultos que se metían conmigo por mi nombre: Ariel. Me echaban en cara que era un nombre de mujer, un nombre femenino... cosa que me llevó a odiar este pueblo anticuado lleno de "mac...
Dedicado a: xxnatasha1725 . Gracias por todo el apoyo y el cariño a esta historia. Te lo agradezco mucho 💋
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Me encuentro en la gran sala con las otras doce. Unas juegan a ajedrez, otras hacen macramé y otras como la pelirroja parlotean sin dejar de mirarme.
Gina y yo nos encontramos hablando de cualquier tontería y cada pregunta que ella hacía relacionada conmigo la evitaba ya que seguramente se me escapaba alguna verdad.
Pronto anochecio y Cayden no llega, debe ser por que le recé incluso a satanás.
Todas ellas se encuentran aquí, en la gran sala únicamente para esperarlo a él por que sinó cada una estaría haciendo lo suyo por separado y no hablemos de mi por que yo estaría montando tremendo desmadre por puro aburrimiento.
— Seguramente su majestad viene a verme a mi, como tantas otras noches.— Oigo decir a la pelirroja, quien habla de pronto aún más alto para que especialmente yo la oiga ya que su mirada muchas veces a estado puesta en mi.
Claro que sí amiga, soñar es gratis.
Aunque me gustaría que hubiera venido por ella o por otra y no por mi como dijo la empleada que ya sé como se llama: Josefa. Que nombre más horrible jajaja.
— Ariel. — Me nombra Gina y yo volteo a verla con una ceja alzada esperando a que me diga que quiere. Espero que no sea una de sus preguntas.— ¿Tú también estás enamorada de su majestad?
Evito reír a carcajadas y tan solo muestro en mi cara un rostro de resignación y tristeza.
— Sí Gina, pero como verás tengo mucha competencia.— Miento poniendo voz lastimera.— Miralas a ellas, todas bellas y refinadas y yo parezco una mula descarriada.
Internamente me estoy muriendo de la risa pero trato de evitar que ella lo note bajando la cabeza a mis manos que se encuentran sobre el vestido negro que me he puesto.
—¿ Ariel, que dices? Mírate, eres hermosa. Cualquiera de aquí mataría por tener tu rostro e incluso tu piel. Te ves tan suave y reluciente a simple vista.— Me halaga ella acariciando mi mejilla.
Oooh que halago más bonito, fíjate que casi lloro de lo bonito que ha sido... me ha llegado al alma.
— ¡Oh, gracias!— Exclamo sin saber que más decir.
Su mirada cambia a una seria e incluso me atrevería a decir que una triste mirada es lo que reflejan sus ojos.
— Por eso mismo te tuve miedo la primera vez que te vi junto a su majestad.— Dice de pronto cabizbaja. — Su majestad cuando viene a vernos no suele sonreír pero a ti te sonrío e incluso te agarró de la mano.— Por que le gusta joderme, amiga.— Con nosotras ha tenido sexo e incluso nos ha prometido cosas que aún esperamos a que lleguen y si no llegan simplemente lo aceptaremos y punto por que estamos enamoradas de él. Te miro y no veo ningún tipo de emoción en tu mirada cuando hablamos de su majestad, pero aún así estás aquí, Ariel. Será que lo que le gusta de ti es que eres difícil y no como nosotras que con una sola mirada suya caímos rendidas a sus pies. Algún día el rey deberá casarse y engendrar un hijo para que sea el siguiente al trono y yo temo no ser su elegida ¿Sabes? Antes de que llegaras tú pensé que Charlotte De Riviette, la pelirroja con la que discutiste, sería la mujer con la que se quedaría con él pero ha sido verte a ti y todas las expectativas han caído de golpe, por eso todas nosotras nos sentimos opacadas por ti, incluso la magnifica, espléndida Charlotte. — Me dice con tono afligido.
