Desde mi niñez recuerdo cómo siempre había gente, ya sean niños o adultos que se metían conmigo por mi nombre: Ariel. Me echaban en cara que era un nombre de mujer, un nombre femenino... cosa que me llevó a odiar este pueblo anticuado lleno de "mac...
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Lo que empiezan siendo besos pausados en mis labios y continuamente bajando a mi cuello acaban siendo besos salvajes y agresivos sumándole las mordeduras.
Mis manos se encuentran sobre mi cabeza siendo retenidas por una de sus grandes manos, la cual sujeta con tal fuerza que siento dolor en ellas y si me retuerzo solo consigo que estas enrojezcan y me duelan aún más.
De mi boca únicamente salen jadeos de dolor cuando me muerde o cuando aprieta su agarre y cuando trato de suplicarle que pare tan solo me ignora o me calla a besos.
Hace minutos mi vestido me fue retirado y ahora solo me encontraba con el corsé dejándome en vergüenza y humillado pero a él parece no importarle ya que está muy bien entretenido con mi cuerpo.
A continuación suelta mis manos únicamente para poderse quitar de golpe la bata que llevaba encima mirándome con una sonrisa perversa avisandome de que ahora es un buen momento para desmayarse.
En el momento en que se inclina a mi poso ambas manos en su duro pecho desnudo empujandolo pero obviamente no se puede comparar mi fuerza con la suya y lo que dice a continuación me hiela:
— Te dije que si te dejabas sería bueno contigo, Ariel. — Me susurra al oído dando un mordisco leve al lóbulo de mi oreja.— No te lo repetiré.
Ignorando lo dicho sigo empujando y golpeando su pecho lo que causa que su mirada cambie a una divertida a una amenazante. Mis manos vuelven a estar de golpe sobre mi cabeza y no importa cuánta fuerza implique, no puedo deshacerme de su agarre.
Una de sus manos bajan a la cremallera delantera del corsé y la baja sin ningún preámbulo e ignorando que le estoy suplicando con la mirada que se detenga, que no quiero esto ni ahora ni con él.
— Mira que bien escondido tenías esto.— Murmura y la mano con la que se deshizo del corsé se pasea por mi abdomen hasta llegar al pecho donde juguetea con mis pezones liberando en mi un grito cuando pellizca uno de estos con fuerza.
Este rie ante mi grito y yo solo deseo internamente morir.
Acerca su rostro a mis pezones y los lame uno tras otro y yo no puedo hacer más que arquear la espalda cuando a este se le ocurre morder uno de estos y pellizcar el otro.
— Míralos: rojos e hinchados.— Murmura con diversión refiriéndose a mis pezones. — Que belleza.
Si no fuera por Nancy preferiría que me hubiera matado el día en que mató a Ruth en vez de pasar por tal humillación.
Y lo peor no es eso...
Lo peor es que mi cuerpo está empezando a reaccionar bajo su toque... No importa cuando asco me esté dando esta situación o cuanto quiero que esto no pase, simplemente no puedo controlar mi cuerpo el cual cada minuto que pasa se vuelve más caliente. Lo que menos quiero es que Cayden crea que me gusta esto que me está haciendo.
