Desde mi niñez recuerdo cómo siempre había gente, ya sean niños o adultos que se metían conmigo por mi nombre: Ariel. Me echaban en cara que era un nombre de mujer, un nombre femenino... cosa que me llevó a odiar este pueblo anticuado lleno de "mac...
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La empleada que detuvo que despedazara a esos soldado tan molestos me acompañaba a la reunión con Cayden y varias veces podía notar su mirada en mi, no le voy a preguntar el por qué de su mirada tan insistente, tan solo voy a pensar en que me tiene curiosidad y listo. Ahora mismo lo único que me tiene preocupado es el hecho de que me hayan separado de Lucy y que ahora mismo me fuera a reunir con Cayden.
Si dios quiere este será la primera y última vez después de tantos años que me vaya a volver a ver con él.
- Señor.- Oigo a la señora nombrarme.
Volteo a verla curioso esperando a que me diga que pasa. Vamos subiendo las escaleras lentamente.
- ¿Ariel está bien? Durante el tiempo que estuvo con vos ¿Estuvo comiendo bien? - Me pregunta con un tono de voz preocupado.
- ¿Eres su madre?- Le pregunto.
Ella ríe llamando mi atención.
- No, que va, ya me gustaría ser su madre.- Dice con añoranza.- Solo fui su empleada mientras vivía aquí como una lady.
Si sabía yo que Ariel fue nombrado lady y también se que todo lo que pasó aquí fue en contra de su voluntad. Es bueno saber que al menos tuvo alguien que se preocupaba por él.
- Él está bien.- Aseguro.- Y sí, si comía bien.
Esta sonríe satisfecha ante lo que le digo. Seguimos caminando en silencio por un largo pasillo y mi mirada se queda en las paredes los cuales están llenos de recuadros de Cayden, de jarrones y de estatuas, todas a su nombre, no hay nada que indique nada sobre los anteriores reyes.
- Señor, es aquí.- Me avisa ella deteniéndose en una puerta de cristal que no dejaba ver el interior y que era decorado con los emblemas del reino: el león y el dragón. Entre rojos carmesís y dorados brillantes.
- Vale.- Es lo único que digo.
Esta murmura un simple "Con permiso" y se retira rápidamente dejándome solo. Inhalo y exhalo antes de abrir la puerta de golpe e introducirme dentro como cual perro por su casa y miro alrededor buscándole, sin embargo, no tardo en ver su silueta en el gran ventanal, estando él dándome la espalda yo solo me acerco hasta quedarme frente a su escritorio.
- Cayden.- Le nombro.
Este voltea a verme y solo ver su rostro causan miles de flashbacks, recuerdos que no quiero recordar. Me duele la cabeza de solo verle.
- Akira, al fin.- Murmura sonriente.
Su voz... Esa voz tan engañosa, era como oír una serpiente sisear. Oírle me daba escalofríos.
- Traje a Ariel.- Le digo.
- Lo sé, me lo esperaba.- Me contesta. Claro, él siempre lo sabe todo.- Ya ni me saludas, han pasado tantos años y ahora que me tienes aquí ni te dignas a verme a los ojos.
