Desde mi niñez recuerdo cómo siempre había gente, ya sean niños o adultos que se metían conmigo por mi nombre: Ariel. Me echaban en cara que era un nombre de mujer, un nombre femenino... cosa que me llevó a odiar este pueblo anticuado lleno de "mac...
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El tiempo pasaba como tenía que pasar, para algunos lento y para otros rápido.
Para mi, personalmente, me pasa muy rápido. Ya han pasado otros diez días mas o menos desde mi discusión con Cayden, Cintia se disculpó conmigo por el hecho de obligarme a ir al cuarto de Cayden aquel día, claramente no le tomé mucha importancia y le dije que ignorara ese hecho y que no pasó nada, obviamente no me creyó al ver como mi sabrosa sopa de calabaza decoraba el suelo de ese cuarto, pero tampoco me pidió explicaciones, seguramente ya se podía imaginar que pasó.
Gina y Giovanni se fueron como acordaron, o sea, cuando al fin les mandaran una nueva y mejorada carroza se irían, cosa que agradezco con todo mi corazón. Era ver a Gina a la hora de comer, al pasar por los pasillos, al estar conversando con las empleadas que de repente apareciera ella pidiendo, mas bien ordenando, cualquier estupidez como un jugo o unas galletas... Idioteces. Por otra parte Giovanni se fue al igual que vino, junto a su característica sonrisa de "No importa que pase a mi alrededor, yo soy feliz.", ¿Pero a quien trata de engañar? Nuestro chico malo, Akira, le rompió en mil pedazos la patata, o sea, el corazón.
Y ahora que he mencionado a Akira, pues yo diría que con él todo fenomenal. Yo y todas las empleadas nos hemos emparanoiado mucho con su cambio de humor ya que a diferencia de antes, ahora sonríe mas y pasa mas tiempo conmigo, cosa que agradezco ya que así no me siento tan solo y a la vez tan inútil. Nuestros humores son diferentes, pero ambos nos divertimos y eso basta. Lo que mas a resaltado de su parte es como se pasea por los pasillos con lo que parece ser una diadema, sí, una diadema. A veces parece hablar solo y otras veces parece hablar con esa baratija, y eso ha causado demasiada percusión en el castillo.
Yo no creo que esté loco, tan solo creo que ahora es realmente feliz y me alegro mucho por él.
Y Cayden, pues no sabría que decir de él...
No volví a verle desde aquel acontecimiento, pero sé por el habla de las empleadas quienes se ven en la obligación de servirle, que aparte de que su comportamiento cada vez es mas atroz, su enfermedad parece agravarse cada vez mas. Ahora totalmente ya no había medicamento que le quitara el dolor, ahora únicamente se sabía como un padre junto a una sacerdotisa venían a rezarle, esperando que tan "buen siervo de dios" sea acogido por el señor en su reino.
Pero ni de coña...Lo que le espera es el infierno si es que realmente existe.
Vinieron nobles y hasta reyes y reinas de otras tierras y reinos a desearle la mejor de las suertes y recuperaciones al soberano rey Cayden, pero no hace falta saber que son muy falsos y que seguramente lo único que esperan es caer bien y una muy buena imagen de su parte, porque dudo mucho que Cayden se haya hecho querer por otras gentes.
—¿En qué tanto piensas enano?— Pregunta Akira apareciendo frente a mi y sacándome de mis absurdos pensamientos.
— En nada.— Es lo único que digo.— Y no soy enano.
