Desde mi niñez recuerdo cómo siempre había gente, ya sean niños o adultos que se metían conmigo por mi nombre: Ariel. Me echaban en cara que era un nombre de mujer, un nombre femenino... cosa que me llevó a odiar este pueblo anticuado lleno de "mac...
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Aparto lenta y delicadamente el brazo de Cayden de sobre sobre mi cintura esperando no despertarle. Cuando me deshago de su abrazo de panda me siento en la esquina de su cama y cojo mis prendas del suelo. Una vez con las prendas en mis brazos me quedo mirando a la nada no pudiendo aún creer que esto haya pasado.
¿Cómo terminó la conversación de ayer?
De la peor manera.
Se supone que el acuerdo era que tras hacer esa promesa, no nos casaríamos. Sin embargo, nada ha cambiado, él me sigue tomando cuando quiere y además aunque no nos casemos lo va a parecer, la única diferencia es que no hace esto público.
Y yo no tuve ni voz ni voto.
Los primeros rayos de luz de la mañana atraviesan la ventana iluminando el cuarto.
Siento movimientos en la cama lo que me alerta de que se ha despertado. No me muevo solo bajo la cabeza a mi ropa y me mantengo ahí en silencio no sabiendo que decir ni que hacer.
—Buenos días.—Me saluda este con voz ronca por acabarse de despertar. — ¿Hace cuánto despertaste?
—Hace nada.—Le contesto.
Le siento arrastrarse en la cama hasta llegar a mi espalda por como se hunde la cama. Una vez este sentado tras de mi le siento dar besos sobre mi hombro.
—¿Qué tal dormiste?— Me pregunta.
Suspiro— Bien.
Hago el intento de levantarme pero este rápidamente envuelve mi cintura con ambos brazos obligándome a sentarme otra vez. Vuelvo a suspirar y me quedo quieto esperando a que me diga que pasa o que quiere.
— ¿Nos bañamos juntos?— Me pregunta dejando rastros de saliva en mi cuello por cada beso que da.
No me jodas. ¿No se cansa?
Quiero mi espacio, después de lo de anoche al menos necesito una hora, una hora a solas, pero claro, sería una gran pérdida de tiempo decirle nada.
—Cayden ¿Te faltó cariño de pequeño?— Escupo sin siquiera darme cuenta.
Cuando me doy cuenta de lo que he dicho volteo expectante el cuello a verlo y este solo mantenía sus grisáceos iris gatunos sobre los míos.
—No, en verdad no. — Dice encogiéndose de hombros.—Fui muy querido por todos, sobre todo por mi hermano menor, pero claro, eso ya es otra historia.
Vale, me esperaba al menos un guantazo. Sin embargo, se tomó bien mi pregunta o eso parece.
— Que me preguntes por mi pasado me hace pensar que te intereso un poco. — Murmura gracioso.
