Desde mi niñez recuerdo cómo siempre había gente, ya sean niños o adultos que se metían conmigo por mi nombre: Ariel. Me echaban en cara que era un nombre de mujer, un nombre femenino... cosa que me llevó a odiar este pueblo anticuado lleno de "mac...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Con piernas y brazos cruzados me encuentro sentado sobre uno de los muchos sillones de la sala real, sin poder dejar de pensar en lo sucedido en el mediodía.
¿Será que Cayden está a un paso de recibir flores en el cementerio?
Aún es pronto para dar conclusiones y obviamente no soy doctor, así que no puedo decir nada ante eso. Sin embargo, tengo ojos y pude ver claramente que lo sucedido anteriormente no es ni era ni medio normal, o sea, ¡VI claramente como tosía y escupía sangre!¡Le vi palidecer!¡Y cayó a mis pies!
Cabe decir que me comí el mayor susto de mi vida al verlo desmayarse frente a mi. Me imaginé que en cualquier momento los soldados entrarían al cuarto como posesos y que me arrestarían por envenenar y matar al rey. Como la velocidad de la luz sali al pasillo pidiendo auxilio a gritos.
Realmente estaba asustado...
Todo el palacio se encuentra en tensión, pero, aún gracias a dios no han hecho noticia el estado del rey porque sinó ya veo venir nobles y reyes de todos los reinos a visitarlo y esto más que una visita se convertiría en una fiesta.
Un doctor vino hace una o dos horas y ya debes ser las tres. Tanto los hermanos Misshilt como Cintia y Akira se encuentran junto a mi esperando noticias.
— El karma. — Oimos murmurar de pronto a Gina, quien se encuentra sentada junto a su hermano.
Me sorprende como siendo una niñata de cuna de oro puede mostrar tanta falta de respeto. Ciertamente a mi me cae como el orto Cayden, pero no suelto comentarios de mierda como hace la aquí presente lady.
— Hermana, por dios...— Regaña su hermano avergonzado.
— Es verdad hermano. Son cosas que pasan cuando aquella persona es un ser maligno y...— Antes de que diga nada más Cintia la interrumpe.
— Ante todo es nuestro rey y no se os permite hablar así de su excelencia. — Determina ella sonando más dura de lo normal. — Os exijo respeto.
Los ojos de Gina se abren con sorpresa y claramente la tensión de antes se incrementa.
— ¿Quien os habéis creído que sois vos para hablarme o exigirme nada a mi? Sucia plebeya. — Escupe ella con rabia.
Enrabiado por la actitud de niña diva de esta estúpida estoy dispuesto a dejar escapar un poco de veneno, pero la voz de Akira al otro lado de la sala se hace sonar ante tanta tensión, callandonos a todos.