Capítulo 20 parte 2 √

15.1K 1.1K 166
                                    

Luego de nuestro pequeño altercado Adolfo se concentró en su trabajo, ignorándome completamente, cosa que agradecí mentalmente. Y yo me di una larga y relajante ducha.

Cuando salí Fina me dio todos los pormenores; al parecer le surgieron unos asuntos importantes que lo obligaron a regresar, pero como lo de México también era importante Brad y la tarántula se quedaron en su representación.

—El perro abandonó la cueva —me avisó Josefina y rápidamente me cambié la pijama por ropa de invierno.

—¡Al fin se fue! —Hice ademán de rogar al cielo.

Desde que Adolfo llegó, hace tres días, no había querido salir de mi cuarto por miedo a encontrármelo, pero ahora que no está nada me impedirá ir a ver a ese lindo lobo en ese paraíso congelado.

Quizás sea por alguna anormalidad en mi cerebro, producto de las constantes fiebres, o mis ganas de sentirme segura que hicieron que ese lobo en vez de causarme miedo y desconfianza, me inspirara bienestar y cariño.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, quiero ir sola —Me apresure a decir.

Necesitaba con urgencia volver a ver a ese lobo y si Fina o cualquier otra persona me acompañaba podría no aparecer frente a mí.

Ella no estuvo muy convencida de mi decisión, sin embargo al final tuvo que obedecer cuando se lo ordené.

Esta vez no me escabullí para salir, le pase por un lado a todos los guardias, a pesar de saber que el perro cobarde había ordenado que no me dejaran salir de la mansión. Pero como quería demostrarle que conmigo no podría, en lo que los guardias quisieron detenerme les ordené que se quitaran de mi camino y que no me siguieran e increíblemente me obedecieron.

«No debo olvidar que sigo siendo una figura de autoridad para ellos». —Me dije a mí misma.

Iván me había dicho muchas veces que aunque Adolfo estuviese con la tarántula su esposa seguía siendo yo, por lo que debía hacer valer mis derechos como Reina, pero eso conllevaría a tener que asumir las responsabilidades de ese título y aun no estaba dispuesta a hacerlo.

El camino hasta la cascada se me hizo más largo que la última vez que vine, pero la decepción más grande fue no ver al lobo blanco de ojos azules por ningún lado.

«¿Será que fue producto de mi imaginación?» —me pregunté después de dos horas aquí y ni rastro de él.

Cuando ya iba a darme por vencida y regresar escuché un ruido detrás de mí y al girar me topo con esas lindas gemas azules.

—¡Lobito eres real! —exclamo con emoción, tirando a la basura cualquier rastro de tristeza. —Me hacia mucha falta verte. —Me senté el la nieve y él se echó a mi lado, colocando su cabeza en mis piernas como diciendo con eso un: "Yo también te extrañe".

Acariciando su cabeza comencé a hablar de todo un poco; de mi prima, mis abuelos, los Miller, mis amigos y mi vida antes de conocer a Adolfo, hasta que la noche empezó a caer.

—Ya es tarde, me tengo que ir —Comenté viendo el cielo.

Él se subió, literalmente, a mis piernas para evitar que me fuera. —Me encantaría quedarme pero tengo que regresar o vendrán a buscarme, soy alguien importante en esa casa.

Creí que con eso él entendería y dejaría que me marchara pero no, se mantuvo en mis piernas, impidiendo que me pusiera de pie.

Intente varias veces empujarlo pero no podía moverlo, pesaba mucho.

Soy La Mate Del Alfa (Libro 1 de la saga: Secretos De Luna) {Editando}Where stories live. Discover now