Capítulo 32 √

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.*Anna*.

A los pocos minutos de que Adam y Adolfo se marcharan Brad llegó saludó a Josefina con un abrazo, que ella por supuesto no correspondió, y a mí solamente me hizo una reverencia.

Desde que había descubierto que yo era la esposa de Adolfo, la Luna de su manada, hacía todo lo posible por evitarme y eso e lastimaba. Brad siempre fue como un hermano mayor para mí y no entendía el motivo de su cambio; yo seguía siendo la misma Anna que él conoció. Lo único diferente era que ahora estaba casada y embarazada, pero eso último él no lo sabía.

—¿Por qué aceptaste cenar con él? —la voz de Fina me trajo de nuevo al mundo real, ya que me encontraba ensimismada por culpa de mis locas emociones.

—No me quedó de otra —confieso, sin apartar la mirada del vidrio del auto.

—Esa cena con el perro cobarde será un fiasco —declaró y aunque una parte de mi estaba fascinada con la idea de cenar con Adolfo, la otra estaba segura de que Fina tenía razón.

«¿Cuál de las dos partes tendrá la razón?».

—Me parece un apodo muy original, pero por el bien de ambas que Adolfo no se entere que le llamas así.

—Que honor, al fin te dignaste a dirigirme la palabra —menciono con ironía al enfocarlo por el retrovisor. Él solo se concentró en el camino y eso e enfureció —¿Acaso dejé de ser como una hermana? ¿Tan poco aprecio me tenías que ahora soy un cero a la izquierda para ti?—le reclamo y él se mantiene en silencio.

—Eres igual de desgraciado que el perro cobarde —intervino Fina.

—Josefina, yo…

—¡Para el auto! —Grité en lo que unas arcadas horribles se apoderaron de mí.

—No puedo, debo llegar exactamente en 20 minutos a la manda o el Alfa se enojará —alegó.

—¡Detén el puto auto, es una orden! —articulo con dificultad.

Fina vio en mi rostro lo que me sucedía y comenzó a gritar como loca.

—¡DETEN EL AUTO! ¡DETEN EL AUTO! ¡DETEN EL AUTO!

—¿Qué? ¿Para qué? —cuestionó y  mi amiga no lo soportó más; se metió entre las piernas de Brad para pisar el freno con la mano.

—¡SOLO PISA EL FRENO! —gritó.

—¡JOSEFINA, NO! —chilló Brad cuando la camioneta frenó de golpe y él se golpeó la frente con el volante.

Yo también recibí un golpe producto de la inercia, pero no me importó, solo baje del carro en lo que se detuvo casi por completo y empecé a vomitar lo poco que traía en el estómago, es decir un helado y un pretzel.

—¿Estás bien? —me preguntó Brad en lo que dejé de vomitar.

—Sí…

Me ayudó a ponerme de pie y me ofreció un pañuelo y una botella de agua para limpiarme y enjuagarme la boca.

—Ya me encuentro bien —admití aunque de mi nariz empezó a salir sangre.

—De todos modos mandé a llamar al médico para que te cheque en lo que lleguemos a la mansión.

—No es necesario que me vea al médico, esto es normal —él frunció el ceño ante mi afirmación.

—Hace un momento estabas perdiendo el alma a través del vomito y luego sangraste por la nariz ¡Eso no es normal, no quieras verme la cara de idiota! —exclamó colérico.

Soy La Mate Del Alfa (Libro 1 de la saga: Secretos De Luna) {Editando}Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum