último regalo

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Justo hoy podría ser uno de los días más felices de mi vida; por fin mi bebé nos dejó conocer su sexo y a mi lado estuvieron, casi, todas las personas que quiero y apreció.

El único que falto fue el maldito del perro cobarde.

- ¿Aún no llega Adolfo? -le pregunto fríamente a Margaret mientras veo, por la ventana, como comienza a llover.

- No y nadie sabe a dónde se fue -contesta con la vista clavada en el suelo.

Nadie en la casa se atreve a darme la cara, todos saben lo furiosa que estoy y no es para menos: ya esta anocheciendo, todos los invitados se marcharon y Adolfo todavía no aparece.

<<Más te vale que tengas una muy buena escusa o descansarás 3 metros bajo tierra>> -Pienso.

- ¿Será que le paso algo? -comenta Margaret con un hilo de voz.

- Cada vez que intento comunicarme con él, me bloquea y hace 20 minutos sentí un ardor en mis labios -digo con amargura mirando a Margaret-. Así que debe estar en muy buena compañia ¿No crees? -noto como ella palidece-

- ¿No creerás que.... -no la deje terminar.

- Es justamente lo que creo. Y juro por mi bebé que voy a matarlo en lo que cruce esas puertas -dictamino señalando las puerta del despacho.

- Mi niña, debe haber otra explicación. Adolfo te adora, no creo que sea capaz de engañarte, de nuevo.

- ¡No hay otra explicación! -grito tan fuerte que Margaret se asusto- Lo siento -masejeo mi cien con los dedos para traquilizarme- no debo desquitar mi rabia contigo.

- No te preocupes mi niña -ella me acaricia la cabeza- se como te estas sintiendo.

- Tengo que saber ahora mismo a dónde se fue el maldito perro cobarde -digo y ella me observa con confusión.

- ¿Cómo piensas hacer eso? -pregunta.

- Hay dos personas que, estoy segura que, saben dónde está y no me han querido decir -camino hacia el escritorio y me siento en la silla del Alfa-. Dile a Brad e Iván que quiero hablar con ellos.

Ella asiente y se va.

En menos de cinco minutos los dos hombres entran: Brad mirando el suelo e Iván con una gran sonrisa en su cara bonita.

Les hago señal para que tomen asiento.

- En este mismo momento me van a decir ¿Dónde esta el perro de su jefe? -les ordeno sin emoción alguna. Ambos me miran y puedo sentir el miedo en los ojos de Brad, pero en los de mi cuñado solo veo diversión.

- Cuñis, ya te hemos dicho varias veces que no tenemos ni idea de adónde se fue mi hermanito -hace un puchero.

- No les creo.

- Ese es tu problema -dice Iván encogiéndose de hombros y Brad sigue sin decir nada.

<<Algo están ocultando>>.

<<Tendré que presionarlos para que hablen>>.

- Les daré una última oportunidad para confesar o se a tendrán a las consecuencias -los amenazo seriamente.

- ¿Qué nos podría hacer una mujer embarazada? -dice riendo mi cuñado.

- No tienes ni idea de lo que una mujer enojada puede hacer -abro la gaveta a mi derecha, saco una daga de plata y comienzo a jugar con ella entre mis manos-. Y más si ésta esta embarazada.

Soy La Mate Del Alfa (Libro 1 de la saga: Secretos De Luna) {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora