Capítulo 27 parte 5 √

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.*Anna*.

-Jamás cometería ese error -juntó su frente con la mía. -Yo quiero ser más que tu amigo, más que tu hermano. Yo quiero ser tu confidente, tu más fiel sirviente, tu esclavo, el padre de tus hijos, tu compañero de tristezas y alegrías y por supuesto el amor de tu vida.

No sabía que decir ante semejante declaración, estaba anonadada y confundida. Ya que la idea de que él fuese todo eso no me resultó desagradable como tiempo atrás.

«¿Ahora qué le digo? Si ni yo misma sé lo que estoy sintiendo por él».

-No es necesario que digas nada -susurro después de plantar un beso en mi frente y me mirarme con esos ojos resplandecientes de felicidad. -Se me antoja tomarme un vaso de chocolate caliente y una ensalada de frutas ¿A ti no? -sin esperar una respuesta de mi parte tomó mi mano y me guió a la cocina.

 -Se me antoja tomarme un vaso de chocolate caliente y una ensalada de frutas ¿A ti no? -sin esperar una respuesta de mi parte tomó mi mano y me guió a la cocina

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Creí que lo había hecho con la intención de que yo preparara todo, porque normalmente los hombres no saben desenvolverse en la cocina. No obstante, me llevé una grata sorpresa, ya que él se encargó de buscar los ingredientes, picar las frutas y servir tanto la bebida achocolatada como la ensalada. Se notaba la agilidad que poseía, lo que demostraba que ponía en practica sus conocimientos culinarios con frecuencia.

Se preguntaran ¿Qué hice mientras él cocinaba? Pues estuve muy entretenida viendo la forma en que los músculos de Adolfo se contraían y estiraban con cada uno de sus movimientos.

La última vez que lo vi sin camisa fue el día de nuestra boda y eso fue hace más de dos meses. Hoy no estaba semi desnudo como aquella ocasión, cargaba una camiseta sin mangas, pero de todas formas pude deleitarme y contemplar perfectamente la magnitud y definición de sus músculos.

Yo no era de esas que se fijaran en la musculatura masculina, para mí lo más importante en un hombre es lo que tiene en la cabeza y en su corazón. Pero algo me pasaba con Adolfo, algo que me estaba haciendo largar la baba por él, como si fuese un irresistible Dios del olimpo o uno nórdico, por la barba de una semana y la melena desenfadada.

Cuando terminó de preparar todo colocó los platos en la encimera frente a mí y se sentó a en la silla continua a la mía, sacándome de mi trance.

-Cuéntame sobre ti -digo antes de probar el chocolate, que sin decir mentiras estaba delicioso.

-¿Qué quieres saber? -contestó luego de comenzar a comer la fruta de su plato.

-To... -mi vista sigue el trayecto de su tenedor y mi boca se hizo agua al ver la leche condensada chorreando por la fresa que se iba a comer.

'El bebé está ansioso por comerse las fresas' -me comunicó Velika.

Cuando me llevé una fresa a la boca un gemido involuntario salió de mi garganta y Adolfo se ahogó con lo que tenía en la boca.

Soy La Mate Del Alfa (Libro 1 de la saga: Secretos De Luna) {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora