Capítulo 24 √

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Capítulo 24 = Hora de sacar la basura

.*Anna*.

—Saquen todos los artículos de mujer de este cuarto –les ordeno a todos los miembros de la manada que Josefina buscó y ellos, sin dudarlo un segundo, acataron mi orden.

Después de todo yo soy su Luna, su reina, su amuleto protector, el símbolo de paz, armonía, virtud y fertilidad de los hombres lobo. O al menos eso leí.

–¿Qué está pasando aquí? ¿A dónde llevan las cosas de Sophie? –Pregunta Adolfo con el ceño fruncido en lo que ve la masa de gente que sale y entra de su habitación.

—Lamento si esto te incomoda, querido –digo con aflicción, llamando toda su atención.

Sus ojos me estudian de arriba a abajo y sonrió internamente al ver lo nervioso que se pone.

«Josefina dio justo en el clavo, este hombre me desea y eso es un punto a mi favor» —pienso mientras él camina hacía mí.

—Me puedes explicar qué haces tú y todos ellos aquí —exige saber en un tono nada amistoso y varios pares de ojos se posan en nosotros, pero sin dejar de hacer lo que les ordené.

—Lo que pasa es que mandé a fumigar la mansión; estamos infestados de animales rastreros y tu recámara es la que está más contaminada  —dije con inocencia, pero la enorme sonrisa que se dibujó en mi cara después delató mis verdaderas intenciones.

—No tienes ningún derecho de ordenarle a mi gente, tú no eres nadie –Habló un tanto molesto. Pero eso en vez de molestarme me pareció excitante.

Lo observe de pies a cabeza; el traje gris hecho a medida hacia lucir a los músculos de sus brazos más llamativos y el cabello peinado hacia atrás permitía detallar sus masculinas facciones y las diferentes tonalidades de azul en sus ojos.

'Recuerda decir todo con sutileza' –habló Velika y caí de regreso en la realidad.

«Nota mental: no perderme en su mirada» —me dije mientras calmaba mis hormonas y aclaraba mi garganta.

—Te equivocas, querido. —me acerco seductoramente a él y jugueteo con su cobarta, que casualmente es del color de mi falda.

«¿Fina tendrá algo que ver en esto?» —me pregunto mentalmente.

—Aunque tú y yo no estemos juntos, esto —inclino el cuello para que vea bien sus iniciales, su marca —demuestra que soy tu esposa. En otras palabras, prueba que soy la mate del Alfa, —su pupila se dilata con mi afirmación —lo que me convierte no solo en la Luna de está manada, sino en la "Luna Superlativa" –susurro lo último cerca de sus labios.

Lo bueno de saber que un hombre te desea es que con la persuasión correcta hará lo que tu quieras.

«Si Rachel James logró que Antoni matase a su propio hermano, yo conseguiré que este idiota me dé el lugar que me corresponde» —digo con convicción mientras no dejo de repartir pequeñas caricias, con mis manos, en toda la cara de Adolfo.

Sabía que está no sería una tarea sencilla, porque él prefiere a la tarántula, pero tampoco será tan difícil porque precisamente lo tengo donde quería; como un perrito sumiso que busca desesperadamente el cariño de su dueño.

Soy La Mate Del Alfa (Libro 1 de la saga: Secretos De Luna) {Editando}Where stories live. Discover now