Capítulo 21: La realidad

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—Priscila

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—Priscila...

La expresión rota en su rostro y la manera en la que pronunció mi nombre hizo que una sensación extraña recorriera todo mi cuerpo, dejándome con piel de gallina y los pelos del brazo electrificados.

—¿Qué hacés acá? — le pregunté de manera entrecortada. Sí, estúpida pregunta, pero fue lo primero que me salió de los labios.

Me di cuenta que lo dije de manera brusca porque el dio unos pasos hacia atrás sorprendido, antes de acercarse hacia la camilla. Tomó asiento en los pies de la misma sin que yo le dijera nada y extendió su mano, que no tomé. La desconfianza estaba plasmada en mi mirada. Retrocedió la mano luciendo decepcionado.

—Solo quería saber cómo estabas.

—Mal. Así estoy, mal, como el culo. Adolorida, marcada, enojada.

—Lo sé, y yo...

—No, no sabés nada de hecho— lo interrumpí— Los moretones se van a ir, los huesos van a sanar, pero las cicatrices de mi cara probablemente se van a ver para siempre y no tengo ni puta idea que está pasando con mi oreja. Y lo peor de todo es que ni siquiera es eso lo que me molesta. Me importan las cicatrices que me van a quedar adentro.

Las lágrimas recorrían sus mejillas en silencio y se mantenía con los ojos cerrados. Entendí que estaba dejando que yo lanzara todo lo que tenía para decirle de una sola vez. Me estaba dejando descargarme, así que seguí.

—Todavía tengo presente el miedo que sentí de terminar igual que mis padres. Muerta, culpa de un accidente que encima fue culpa mía, en el cual casi pierdo a mi mejor amigo también. Y sumado a eso, soy muy consciente de que no voy a volver a respirar bien hasta ver que Javier se pare y camine como siempre lo hizo. Porque no podría vivir sabiendo que por mí, él quede en silla de ruedas de por vida— Gastón me miraba y asentía sin decir una sola palabra— Encima la vi a mi mamá, o eso creo, y tampoco me puedo sacar de la cabeza la estúpida imagen de vos pegado a esa rubia, ¡que parece salida de una maldita revista!

Había empezado a hablar con firmeza, pero terminé intentando atrapar el aire mientras gotas gordas salían de la comisura de mis ojos. Él hizo un movimiento para acercarse un poco más a mí, y aunque me molestaba su cercanía no podía evitar necesitarla.

—Sé lo que viste y me gustaría poder explicarte lo que pasó. No..por favor, lo digo en serio— suplicó al ver que yo rodaba los ojos y me retraía ante sus palabras— Necesito que sepas la verdad. Lo que decidas hacer o decir después lo voy a aceptar sin reproches, pero escuchame primero, por favor.

—Hablá.

—Yo no sabía que Rochi...

—¿Rochi?

—Rocío, la chica de la fiesta.

—Ya sé de quien estás hablando, pero, ¿Rochi? — insistí irritada por el apodo.

Un año con Priscila | ✓Where stories live. Discover now