Extra II

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Carta para Priscila:

¡Felices dieciocho años mi loquita! No puedo creer que ya seas mayor de edad. Bueno, por supuesto que no lo puedo creer, estoy escribiendo esto y todavía tenés diez años recién cumplidos.

Pero hoy fue un día tan hermoso y vos estás creciendo tan rápido que, mientras estabas rodeada de todos tus amigos y familia y te brillaban los ojos de emoción cuando soplabas las velitas, decidí escribir esta carta.

Ahora sos solo una nena que aplaudió cada truco que hizo el mago que vino a tu fiesta. Pero en ocho años vas a ser una chica, una adolescente. Bueno, en realidad ya vas a ser la palabra que tanto me está costando aceptar, una mujer.

Quiero que sepas que voy a estar ahí para apoyarte en cada paso que des, cada etapa que atravieses en esta vida increíble e inesperada. Y creeme que las vas a atravesar todas. Vas a llorar, vas a sufrir y vas a doler, porque esta vida es maravillosa pero algunas veces también es injusta. Sin embargo, lo importante es que sigas, que vayas más allá de lo que te pueda llegar a destruir y te vuelvas a construir. Esta no es una carta de cuento de hadas como ya te habrás dado cuenta. Es una carta realista para que te plantes más preparada para lo que viene.

Esto que te voy a decir va a sonar raro, pero quiero que te equivoques todas las veces que sean necesarias, permitite a vos misma cometer errores. Aunque suene como un cliché, de los errores se aprende el triple. Los vas a cometer, tenés que estar preparada para eso.

Estoy tan orgullosa de la nena que sos y me atrevo a decir que voy a estar igual o más orgullosa en ocho años de la mujer que vas a ser. Te sobra belleza, pero eso no es ni cerca lo más importante. Lo que verdaderamente importa es toda la magia que te rodea. Lo fuerte que sos, siempre tan segura de vos misma, haciéndote valer ante el mundo.

Mi gran deseo es que nunca cambie tu esencia. Que si ser como sos te hace feliz entonces no permitas que nadie modifique nada de vos. Siendo tan maravillosa no podés conformarte por menos de lo que mereces.

Lo que estoy intentando decir entonces, Priscila, es que deseo que vivas, deseo que te diviertas, deseo que sufras (sí, raro que lo diga una madre, ¿verdad?), que llores, que te rías hasta que te caigan lágrimas y te falte el aire, que leas mucho, que escribas un poco, que adoptes una mascota y le des tu incondicional cariño, que pruebes todo y puedas decidir por vos misma si te gusta o no, que comas de todo, que bebas para celebrar, no está mal que lo diga, estás cumpliendo dieciocho después de todo.

También me gustaría que aprendas algo de cada persona que pase por tu vida. Todos tenemos algo para dar, cosas buenas y cosas malas. Absorbé las cosas buenas de la gente, observalas y admiralas. Vos también deberías darles la mejor versión tuya a los demás, y creeme que tenés mucho de eso. Y ojalá conozcas muchísimas personas en tu vida. Te hacen crecer, se aprende charlando.

Es por este motivo que quiero darte mi pequeño consejo para este año que comienza. Este año tendrías que entrar a la universidad. Seguramente para cuando estés leyendo esto ya habremos tenido muchas charlas sobre esto cara a cara, pero como tengo la idea dando vueltas en mi mente la quiero plasmar ya que es probable que dentro de ocho años me haya olvidado de todo, soy así de despistada.

Y sigo dando vueltas y yéndome por las ramas, pero el consejo es este. Viajá, aprovechá este año, no te anotes en la universidad. Siempre hay tiempo para estudiar. Pero solo vas a tener dieciocho años una vez. 

Entonces, viajá, conocé gente, aprendé sobre nuevas culturas, no te conformes solo con un lugar. Viajá mucho, subí a aviones, barcos, trenes, intentá explicarle a un japonés que querés una hamburguesa con papas sin hablar el idioma, comé algo tradicional de otro país aunque la apariencia te resulte asquerosa, pasá Navidad en algún lugar con nieve, conocé a un chico (o chica) que esté viajando al igual que vos y querelo una sola noche. Sos tan joven hija, y mi mayor deseo es que vivas. Punto. Si no querés seguir mi consejo no lo hagas, vos ponés las reglas de tu propia vida.

De hecho yo no hice esto que te recomiendo. Entré en la universidad porque estaba segura que era lo que quería. Y no me arrepiento tampoco. Aun así mi chispita intuitiva de madre me dice que eso es exactamente lo que tu vida está esperando.

Aventura, Priscila.

Muchas chances no se presentan dos veces, aferrate a las oportunidades que aparezcan.

Para Mateo deseamos lo mismo. Por esta razón tu padre y yo estamos ahorrando desde que nacieron. Tanto a Mateo como a vos les vamos a dar como regalo de cumpleaños número dieciocho dinero suficiente para que comiencen su aventura. Luego se van a tener que ir manejando solos, no por tacaños, pero porque nos parece una buena enseñanza.

No te preocupes, vas a tener derecho a equivocarte. Y si tomás la decisión de viajar en vez de empezar la universidad, sabé que pase lo que pase siempre vas a poder contar conmigo. Para lo bueno y para lo malo, aún tengas que llamarme a las cuatro de la mañana porque quien sabe qué hora va a ser donde vos estés para que te cure un mal de amores o solo para escuchar mi voz, siempre voy a atender. Y si te llegás a ir y querés volver porque no era lo que esperabas acá en casa va a estar tu familia esperándote de brazos abiertos, sin falta.

Algo me dice que cuando estés leyendo esto vas a estar en la tan temida etapa adolescente donde vas a creer que soy la mamá más aburrida del planeta, y te voy a hacer pasar vergüenza delante de tus amigos. No me importa, cuando termines de leer esta carta que seguro te haga poner los ojos en blanco por lo pesada que soy, vení a darme un beso.

Siempre vas a saber dónde encontrarme y yo siempre voy a saber dónde buscarte.

Te amo, mi loquita.

Mamá.


Un año con Priscila | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora